Lampreas, becadas, casquería, cui -ese conejillo de Indias que crujiente es una delicia en algunas zonas de Perú- y hasta un pastelito Pantera Rosa conforman el singular menú que el periodista gastronómico Pau Arenós sirve en su nuevo libro. Y, por supuesto, el pájaro que inspira el título: el escribano hortelano que se come con la cabeza tapada por un paño, según manda el ritual alrededor de este manjar prohibido.
“Meterse un pájaro en la boca” se llama este pequeño y delicioso libro de apenas 120 páginas publicado dentro de la colección “Hojas de col” de la editorial Col&Col. El decimonoveno ya que escribe Arenós, como recordaba Cristina Jolonch, que ha acompañado a su amigo y compañero de profesión en la presentación del libro organizada en la librería Bernat de Barcelona.
“Este libro va de cosas que están a punto de dejar de existir”, resumía el autor, que ha sabido usar cada uno de estos singulares platos e ingredientes para hilar a su alrededor viajes, anécdotas y, sobre todo, reflexiones que, desde lo más actual, a veces conducen a temas nada nuevos, como él mismo reconoce en el prólogo.
“Trata de lo insólito, ahogado en lo común y vulgar. La gastronomía naufraga entre los icebergs de los platos sin alma. Cansado de las cartas de recorta y pega, y la pobreza que la clonación de ideas reparte, busco otros caminos, que a veces -muchas veces- son los antiguos”, leemos.
Una veintena de capítulos que funcionan igual de bien a modo de menú degustación -el libro se puede leer en menos tiempo de los que duran alguno de estos interminables menús, por cierto- o como platos sueltos para disfrutar por separado según el apetito del momento.
La paternidad de las recetas, una obsesión de Arenós según él mismo confesaba, el valor de lo escaso representado por un plato de cocochas, la figura del cocinero cazador que toma forma en Luis Alberto Lera y sus palomares en Tierra de Campos, la fuerza simbólica del fuego y las brasas, o nuestro papel como depredadores insaciables que no quieren saber nada de la muerte son algunos de los temas que, con un tono ágil, curioso y a veces divertido, aborda el autor.
Reflexiones que, entre anchoas, sushi o ancas de rana, tampoco se escabullen de las propias contradicciones. “Formo parte de ese club de acomodados burgueses que sienten la nostalgia por lo natural y son incapaces de levantarse de madrugada para buscar el sustento con las botas embarradas”, reconoce Pau Arenós.