El Dry January, una tendencia para dejar de consumir bebidas alcohólicas durante el primer mes del año, empezó en Reino Unido en 2013 de la mano de Alcohol Change UK y ha ganado adeptos en todo el mundo, convirtiéndose en una oportunidad para reflexionar sobre los hábitos de consumo y apostar por el bienestar personal.
A esto debemos añadir cómo el consumo de alcohol ha mostrado un descenso global en los últimos años, impulsado por un cambio generacional que prioriza la salud y el bienestar. Según un informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS), el consumo per cápita de alcohol ha disminuido en Europa un 8% desde 2010, con una tendencia aún más marcada entre los jóvenes. En países como España, un estudio reciente de la Sociedad Española de Epidemiología reveló que un 25% de los adultos está reduciendo activamente su ingesta de alcohol, especialmente después de la pandemia.
Este descenso está directamente relacionado con el auge de tendencias como el Dry January, qué no solo fomentan la moderación, sino también ofrecen alternativas atractivas a los consumidores. La disponibilidad de productos como vinos desalcoholizados y destilados sin alcohol ha crecido un 15% en Europa en el último lustro, según datos de Euromonitor. Este cambio cultural está llevando a que marcas y productores se adapten rápidamente a una demanda que ya no se centra exclusivamente en las bebidas alcohólicas tradicionales.
Innovación en el mundo de las bebidas sin alcohol
En el universo de las bebidas, el auge del Dry January ha impulsado el desarrollo de productos sin alcohol que buscan ofrecer experiencias completas sin renunciar al sabor. Javier Caballero, bartender y fundador de Liquid Experience, ha sido testigo directo de esta evolución. Para él, los cócteles sin alcohol representan una propuesta creativa con identidad propia. “Cuando se elimina el alcohol de un cóctel, también se pierde el trigeminal, esa sensación en boca que aporta cuerpo y estructura”, explica.
Su solución ha sido explorar ingredientes como el té o el jengibre, que ofrecen astringencia y picante, logrando equilibrar la estructura del cóctel. “Un mojito sin alcohol, por ejemplo, puede recuperar su equilibrio con un toque de té o un ingrediente que compense el trigeminal”, añade Caballero. Desde hace más de una década, su trabajo se ha centrado en educar al público sobre las posibilidades de la coctelería sin alcohol, mostrando que un cóctel no necesita licor para ser sofisticado.
Simone Mina, embajador europeo del ron premium Botran, elaborado en Guatemala, también ha explorado este terreno. Recientemente participó en el desarrollo de un hidrolato inspirado en ron que combinaba especias, hierbas y maderas. “El reto es encontrar equivalencias al golpe del alcohol utilizando chile, jengibre o pimienta”, dice. Aunque reconoce que en Italia y otros países europeos la aceptación de cócteles sin alcohol es lenta, se muestra optimista sobre su potencial, especialmente en mercados como Medio Oriente o Extremo Oriente, donde el consumo de alcohol es menor.
La experiencia del consumidor
La respuesta de los consumidores también ha cambiado. Alberto Fernández, propietario de la coctelería Momus, en Madrid, comparte con todos ellos una mirada mucho más inclusiva de lo que podía suceder en años precedentes. “Si alguien pide un cóctel sin alcohol, lo presentamos igual que su versión con alcohol. Así eliminamos cualquier estigma asociado”, explica. En Momus, cócteles como el Kingston Negroni permiten vivir experiencias completas gracias a destilados sin alcohol.
La industria también está respondiendo a esta tendencia. Manuel Quiroga, Head of Brand Management en Pernod Ricard, habla sobre los nuevos desafíos que implican el desarrollo de bebidas como Beefeater 0,0% o Seagrams 0,0%, que buscan replicar las sensaciones de una ginebra tradicional. “El objetivo es crear un producto equilibrado que permita disfrutar de un gintonic sin perder el carácter de la marca madre”, asegura Quiroga.
Alternativas en el mundo del vino
En el sector del vino, la desalcoholización también ha avanzado significativamente. Richi Arambarri, CEO de Vintae, destaca como sus vinos Zero Zero Le Naturel, elaborados mediante conos rotatorios, preservan las características “vinosas” propias. “Lo interesante es que hemos conseguido un resultado que satisface incluso a los amantes del vino tradicional”, comenta. Estos vinos, disponibles en versión blanca y tinta, son uno de los mejores reflejos de cómo la personalidad de la garnacha es capaz de ofrecer una alternativa para quienes quieren disfrutar del vino sin alcohol.
El Dry January está impulsando un cambio cultural en cómo percibimos el alcohol. Tanto profesionales de la industria como consumidores están explorando nuevas maneras de disfrutar sin comprometer su salud. Richi Arambarri resume esta tendencia: “Cada vez más personas buscan alternativas saludables que les permitan mantener un estilo de vida equilibrado. Es una evolución que no solo vemos en mercados como Estados Unidos o Reino Unido, sino también en España”.
El movimiento también conecta con la sostenibilidad. Zero Zero Le Naturel, por ejemplo, nace en los viñedos de Navarra, donde se aplican prácticas orgánicas y de mínima intervención. Raúl Acha, director técnico de Vintae, insiste: “Son vinos que reflejan de forma honesta su origen y el cuidado artesanal de cada proceso”.