¡Soy de Sot! La demostración es siempre mejor que la suposición

Ferran Centelles

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El domingo 4 de julio, dentro del marco de la celebración del «III Vi Jazz Penedès», se realizó una de las catas más espectaculares que en estos momentos puede ofrecer esta denominación: una cata vertical de Sot Lefriec ofrecida por las bodegas «Alemany i Corrio». Las catas verticales son, a veces, un gran ejercicio de humildad y de comprensión tanto para el catador como para el propio productor
Y es que, a menudo, solemos escuchar frases tales como:

  • Quizás este vino está un poco duro ahora, pero mejorará durante diez años en botella.
  • ¡Este vino puedes guardarlo sin problemas!, al menos veinte años más.
  • No se preocupe, ¡este es un vino de guarda!

Sinceramente, me muestro escéptico con estas sentencias que a menudo se utilizan con demasiada ligereza. Hasta día de hoy no he catado ningún vino que pueda limar sus debilidades con el paso del tiempo, pero si muchos que pueden desarrollar complejidad y suavidad al envejecer. Por tanto, las catas verticales nos recuerdan que, en cuanto a vinos se refiere, las demostraciones son siempre mejor que las suposiciones.

Alemany i Corrio es una pequeña bodega situada en Vilafranca del Penedès, seguramente conozcáis su vino insignia, el Sot Lefriec, llamado simplemente «Sot» para los amigos. Debo reconocer que yo «Soy de Sot».

Más allá de las calidades de su vino, que son innumerables, el proyecto me seduce por las personas que hay detrás de las etiquetas. En este caso se trata de Irene Alemany y Laurent Corrio, una pareja simpática, entendida y muy trabajadora que ha sabido tirar para adelante un proyecto que empezó con la añada 1999 y que, sin duda, se ha situado como un gran referente de la zona.

Irene y Laurent nos condujeron con su fantástica sencillez a través de nueve añadas de su vino Sot Lefriec. Me encanta encontrar productores que no pretenden demostrar nada sino compartir su trabajo como si entre amigos estuvieran. Estoy convencido que, incluso para ellos, que conviven con su vino día a día, esta cata fue más un aprendizaje que una demostración.

Y aquí reside la clave de su éxito, saber reconocer que en el vino nadie tiene la verdad absoluta y en ser capaces de escuchar y aprender de los comentarios externos aunque ellos sean ya productores contrastados de gran experiencia en los vinos de alta calidad.

Algunas notas sobre la cata…

Hay tres factores que me sorprendieron gratamente, el primero fue la variabilidad de calidad y estilo que encontramos añada tras añada. Creerme que esta variabilidad es un síntoma de calidad y de respeto por el territorio irrefutable. Para conseguirlo hay que elaborar vinos expresivos, concentrados y utilizar siempre las mismas parcelas, las mismas uvas, aún corriendo el riesgo que aportan los factores climáticos incontrolables.

El segundo, la demostración de algo que ya intuía: que «Sot» es un vino que puede evolucionar favorablemente y que es capaz de ganar en complejidad y suavidad con el paso del tiempo.

El tercero factor sorprendente fue comprobar cómo una largar crianza en madera (normalmente unos 24 meses para Sot Lefriec) permite elaborar vinos que evolucionan en el tiempo pero en donde las expresiones de fruta y terrosidad mandan sobre las notas de madera.

Antes de empezar la degustación descubrimos 3 vinos en los que Irene y Laurent también están involucrados:

  • El Plou i fa sol 2009 es un vino blanco de la zona del Garraf, una pequeña producción de 1000 botellas, un vino delicioso, concentrado y auténticamente Mediterráneo, en el que el Xarel·lo aporta la estructura y el nervio y la Malvasía el sutil toque aromático de cítricos maduros.
  • También descubrimos La lluna i la pruna2008, un vino con base de Monastrell en el que encontramos un perfil de suavidad interesante, con tanino aéreo y una fluidez sorprendente si tenemos en cuenta que se trata de un Monastrell Mediterráneo.
  • El Pas Curtei 2007 es un tinto sin las pretensiones del Sot Lefriec, pero sin duda con destellos de gran vino, emociona encontrar tales niveles de volumen, concentración y detalles de calidad cómo son el recuerdo a mina de lápiz. Pas Curtei es un gran vino de pequeño precio realizado con las variedades Merlot, Cabernet Sauvignon y Carinyena.

Y llegó el momento de degustar «Sot»:

El Sot Lefreic, también suele ser una mezcla de Cabernet Sauvignon, Merlot y Cariñena. Debo reconocer que la utilización de variedades tan internacionalizadas como el Merlot y el Cabernet no son mi ideal de vino del Penedès, pero también defiendo la idea de que Sot Lefriec tiene su propio ADN más allá de las variedades que lo componen.

La añada 1999 fue una gran sorpresa pues las primeras añadas de una bodega nueva no suelen ser las mejores. En este caso el ’99 se mostraba ya muy pulido, muchos recuerdos de hoja de tabaco y todavía manteniendo cierta frescor.

El 2000, fue un buen vino, mostrándose un poco más tímido y cerrado pero con un nivel de frescor y juventud bastante por encima del ’99.

En el 2001 encontramos una de las grandes añadas de este vino, que muestra complejidad, equilibrio y concentración, un vino sin duda emocionante que roza la perfección.

2002 es una añada más ligera que, para mí, reviste un enorme interés. Aporta un perfil de frescor, con taninos suaves y delicados, un vino más liviano, pero también muy profundo. Todavía conserva muchos recuerdos a frutas silvestres, las notas especiadas y de madurez están menos desarrolladas que en las añadas anteriores.

2003 fue la botella de la discordia, un vino que marca y mucho el calor tórrido del verano del 2003. Para mí, el 2003 es un muy buen vino, quizás con un punto excesivo de madurez pero con notas agradables cómo el cacao, la ciruela o la pimienta en nariz que desembocan en un paso potente, jugoso y láctico en boca.

En 2004 encontramos otra añada mágica, que junto a 2001 y 2007 es una trilogía de vinos «incontournables», si se me permite la expresión en francés de esta bodega. El 2004 me hace poner la piel de gallina, ¡que bonita sensación! y como cuesta que suceda, le encuentro cierta «electricidad» que me seduce.

El 2006 es un vino extremadamente sabroso pero todavía muy joven, es un vino impecable que se transformará en un vino fantástico con el paso del tiempo.

Y para terminar, otro monstruo en forma de 2007, un vino poderoso, jugoso y con el recuerdo de piedra mojada que nos advierte que el 2007 Sot Lefriec se puede convertir en una botella de culto.

Muchas gracias Irene y Laurent, por conversar vuestras botellas con nosotros y por ofrecernos esta cata inolvidable. Gracias también a la «Associació del Penedès – Garraf de sommeliers»  por su pasión y vitalidad.