Eric Asimov, crítico del The New York Times, dedica un amplio reportaje a los reservas de Rioja, vinos que ensalza hasta el punto de recomendarlos como una solución para los aficionados frustrados, que apenas tienen opciones de consumir otros vinos más allá de los que los que rápidamente salen de la bodega dentro de una moda generalizada que ha cambiado los métodos de elaboración para llegar cuanto antes al consumidor.
Asimov, conocido amante de los vinos clásicos, ofrece los reservas de Rioja como una «solución», además por su gran relación calidad precio. «Estos vinos, varios de ellos con precios entre 30 y 40 dólares, cuestan la mitad que un mediocre cabernet sauvignon de Napa».
Crianzas largas
El crítico, en uno de los periódicos de referencia de EEUU y del mundo, explica que la mayoría de los reservas de Rioja están ahora en el mercado con la añada 2007, aunque personalmente él se inclina por los vinos que sobrepasan los tiempos de crianza mínimos e idenfica estos últimos Riojas con los mejores Brunellos de Montalcino, que «necesitan años de envejecimiento adicional antes de que sean realmente agradables». De hecho, Asimov lamenta que sean pocas las bodegas de Rioja que siguen apostando por las crianzas largas.
En la lista de The New York Times de los mejores reservas de Rioja, el podio lo ocupan auténticas referencias del vino clásico. El primer lugar es para el Viña Ardanza 2001 de Bodegas La Rioja Alta (Haro), un vino que «en estos momentos es absolutamente delicioso, pero que va mucho más allá que eso», dice el crítico en relación a su potencial de envejecimiento. El segundo lugar, lo ocupa otro vino de la añada 2001, el Reserva Señorío de Peciña, de Bodegas Hermanos Peciña (San Vicente): «un vino amargo, puro, que ofrece más potencia de frutas que el Viña Ardanza, pero algo menos de complejidad». El tercer y cuarto lugar son para dos vinos de López de Heredia (Haro), otro clásico con mayúsculas, por sus Viña Tondonia 2001, que Asimov define todavía como «joven», y por su Viña Bosconia 2003, de una añada difícil, pero que califica como «tremendamente delicado».
El ‘top ten’ de The New York Times se completa con el Reserva Martínez Lacuesta 2004 de la bodega de Haro del mismo nombre; el Luis Cañas Reserva del 2004; el Sierra Cantabria 2007, de la familia Eguren; el Marqués de Riscal Reserva de la añada 2005; el Reserva Muga del 2007 y Ermita de San Felices Reserva de Bodegas Santalba (Gimileo).
Fuente: Alberto Gil, larioja.com