Uno de los nuestros: Dimitris Leivadas

Cristina Alcalá

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Jefe de sala durante seis años en The Fat Duck, ha fundado una empresa para mejorar el servicio al consumidor en los restaurantes

Dimitris estudió hostelería en su país. Trabajaba en Nobu Matsuhisa de Mykonos y allí conoció a Heston Blumenthal durante unos de sus servicios en el restaurante. Hasta aquí, nada excepcional. Al día siguiente, Dimitris fue al supermercado cerca de su casa donde solía comprar habitualmente y se encontró con Heston, que también estaba haciendo la compra para preparar la cena a unos amigos. Una charla amigable en un encuentro casual. El cocinero inglés volvió al restaurante alguna vez más y en uno de esos días le propuso que trabajase con él. En el año 2009 Dimitris aterrizó en Londres. Parece el guión de una película romántica rodada en la paradisíaca isla de Mykonos con final feliz incluido.

DL.B&W.TFD
Dimitris Leivadas

Hace un año decidió dejar The Fat Duck porque “cerré mi círculo, uno debe continuar evolucionando, no conformarse con lo que tiene”, comenta. Así que fundó su propia empresa, Delta Lambda Hospitality. El objetivo de su proyecto es “mejorar las relaciones entre las personas que trabajan con gente, me encargo del comportamiento aportando mi experiencia”. La mejora del servicio al consumidor en restaurantes, hoteles o centros de salud y asesoramiento a crear producto ofreciendo formación a medida, son algunos algunos de los campos en los que trabaja Dimitris.

Estuvo en España participando en Atlante Wine Forum de Vigo e impartió una conferencia que llevó por título Inteligencia emocional para crear una experiencia memorable en el cliente. El valor del capital humano, crear felicidad, atención al detalle, hacer las cosas simples, ser proactivos, cuidar el lenguaje corporal y sonreír, siempre sonreír. Desde luego que Dimitris lo practica. Atento, amable, detallista, cuidadoso, muy educado…Una de esas personas de las que estás encantada de haberlo conocido.

Habla muy bien español y reconoce que después de Grecia, España es su segunda casa, “me gusta la comida, la bebida, el tiempo y la gente”. Estuvo trabajando en Barcelona durante unos meses y desde esa experiencia suele venir con cierta frecuencia.

1- ¿Un vino para probar antes de morir?

Riesling Ockfener Bockstein Sankt Urbahnshof ‘ 90.

2-¿Cuál es el último vino que has comprado?

Un vino español en Londres por 10 £ Artuke  2013 de Rioja, viticultores Arturo y Kike de Miguel Blanco Cada semana intento probar vinos diferentes.

3-¿Cómo incentivarías el consumo de vino entre los jóvenes?

A través de la experiencia con las emociones. El vino forma parte de una experiencia, no es el centro de la historia, y ese sería mi objetivo, hacerlo formar parte de la conciencia sin ser el protagonista. Respecto a qué tipo de vinos, para los jóvenes probaría con un vino afrutado con algo de azúcar residual y light. Un Riesling se adaptaría muy bien.

4- ¿Un referente en el mundo del vino?

Isa Bal, Head Sommelier de The Fat Duck. Somos amigos y hemos trabajado mucho tiempo juntos. ¡Es increíble y un inspirador!

5- ¿Con qué maridaje te has emocionado?

Recuerdo una vez que fui a un restaurante de Londres solo para probar un postre. Cuando leí la lista de vinos y bebidas, vi un cóctel a base de ron y bitter. ¡Fui feliz!

También recuerdo la experiencia en Mugaritz donde todos los comensales preparamos en la sala y comíamos el mismo plato en un mortero a la vez, y bebíamos una cerveza picante.

6- ¿Una carta de vinos de un restaurante?

La carta de vinos de The Fat Duck y como concepto 28-50 de Xavier Rousset  en Londres.

No solo por los buenos vinos sino por las colecciones, donde una persona dona una botella de coleccionista al restaurante y cuando se vende o se sirve, devuelve parte del dinero al propietario.

7- ¿Una bodega para la historia?

Domaine Sigalas en la isla griega de Santorini. Por sus viñedos, su uvas autóctonas y la calidad de sus vinos. Trabajan con Mavrotagrano, Assyrtiko, Aidani, Athiri…

8- ¿Tu variedad preferida?

Riesling.

9- ¿Puede terminar la frase? No quite el ojo a…

A la confianza en la gente y al potencial de las relaciones humanas. Hoy con tanta tecnología que nos estamos volviendo excluyentes y olvidamos las relaciones interpersonales.

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