Puedo disfrutar inmensamente comiendo un buen jamón, una ostra o un chuletón bien asado. Puedo disfrutar como una criatura con unas lentejas, con un guiso de carne o con un huevo frito. Soy feliz en un buen bar de tapas, en un chiringuito de playa o en una humilde casa de comidas. Pero también tengo la suerte de poder alucinar con la alta cocina de vanguardia sin la necesidad de recurrir a estupefacientes. Qué quieren que les diga: yo alucino cuando me sorprenden con platos creativos. Cuando voy a un restaurante como El Bulli, como El Celler de Can Roca, como Mugaritz, como Sant Pau, como El Poblet, como Calima y como muchos otros, donde suelo entrar con una pizca de temor a no disfrutar tanto como la última vez y compruebo que nuevamente se han superado. Alucino cuando veo que la cocina creativa en este país está imparable. Alucino cuando veo el esfuerzo inmenso de los cocineros, que siguen desarrollando su creatividad y avanzando en nuevas técnicas y nuevos conceptos. Alucino cuando veo que logran establecer una complicidad con sus clientes: que utilizan el juego, la ironía o la provocación.

A mí me gusta, ante todo, que la comida sea sabrosa. Pero cuando voy a este tipo de establecimientos espero, además, que me inviten a pensar y a sentir. No me importa, la verdad, que me den un falso espárrago o que me sirvan un bosque con enanitos siempre y cuando el cocinero consiga transmitir aquello que se ha propuesto y la idea y el resultado merezcan la pena. A mí no me da vergüenza participar en el juego que ha pensado el chef porque sé que no he ido allí para comer una suculenta paella o un cocido que disfrutaré otro día en otro lugar, sino a experimentar otras cosas.

He tenido la suerte de poder entrar en la mayoría de cocinas de los restaurantes más importantes de España y allí he encontrado siempre equipos de una gran profesionalidad. También he conocido a algunos de los científicos que asesoran a nuestros mejores chefs y he visto en unos y otros la voluntad de colaborar con el máximo rigor. Gracias a las ganas de avanzar de los cocineros de vanguardia se utilizan técnicas, utensilios y productos que antes no se usaban y se conoce mejor que nunca el contenido de los alimentos. Gracias a las ganas de avanzar, la cocina española ha llegado tan lejos que se ha convertido en la envidia de otros países. Gracias a la inteligencia, la creatividad y la voluntad de compartir los éxitos de personajes como Adrià, los cocineros de vanguardia han conseguido todo eso que hace unos años era impensable.