Madrid no se acostumbra a cenar a las 20h

Hablamos con tres empresarios de puente aéreo, con negocios tanto en Madrid como en Barcelona. Con referencias bélicas, Nino Redruello (Fismuler), Anna Gotanegra (Estimar) e Iñaki López de Viñaspre (Sagardi) relatan su estado anímico y empresarial, mostrándose en parte más preocupados por “el futuro que se intuye” que por la “pésima” actualidad. “Estamos preocupados. Es como si estuviéramos en el medio de un campo de batalla, donde te tiran granadas por un lado y disparos por el otro”, explica Redruello. Además, en esta lucha el árbitro (entiéndase los gobiernos respectivos) “no nos ayuda en nada”. Es más, va con el enemigo: “Nos están matando” (De Viñaspre dixit).

Fismuler Madrid
Fismuler Madrid

Nino Redruello gestiona varios negocios en Madrid (dentro del grupo La Ancha) y, de momento, uno en Barcelona. “Estábamos a punto de abrir otro Fismuler pero ahora, claro, todo está parado. Veremos si sale o no sale al final”. Aun con el chute de dinero y positividad que le ha supuesto la puesta en marcha del delivery Armando (presente en ambas ciudades), el empresario reconoce estar “anímicamente muy cansado, y con los niveles de ilusión bajo mínimos”. “Pero algo se debe de hacer”. A empeño nadie le ganará.

El madrileño radiografía el estado actual de la capital, donde se mantienen más o menos los mediodías, pero donde se pincha por la noche. “Entre el miedo y el recorte horario, el madrileño medio ha optado por quedarse por la noche en casa, esperando a que todo mejore. No se ha acostumbrado a cenar antes. No es fácil cambiar los hábitos de una sociedad”, explica quien apunta con datos la bajada: “Sin posibilidad de doble turno, hemos pasado de servir 240 a 100 cenas. Un drama”. El jefe de Sagardi coincide en el diagnóstico pesimista de la cena temprana y completa la foto: “Estamos a un 50% de las ventas que teníamos hace 15 días. A la gente le cuesta cenar a las 20h y, en general, le ha entrado miedo a consumir dentro de los locales”.

Con 13 locales en Barcelona y 4 en Madrid (también en Valencia, Ibiza o Oporto), Sagardi estaba a punto de inaugurar otro en la capital española. Se trata de Cadaqués, marca que ya abrió en Barcelona en diciembre pero que, claro, tuvo que cerrar en marzo. La obra estaba lista para abrir en Jorge Juan pero la situación actual la ha parado. “No lo vamos a abrir con el clima y las condiciones actuales”. Sagardi cuenta con una plantilla de más de 700 trabajadores. En Catalunya, casi 500, todos en un ERTE desde el pasado viernes.

La propietaria junto a su marido, el chef Rafa Zafra, de Estimar pone el contrapunto. “En Barcelona todo es un desastre pero en Madrid no me quejo. La afluencia fluctúa mucho, es curioso, pero normalmente llenamos a mediodía y vamos tirando bien por la noche, incluso entre semana. Los fines de semana trabajamos con normalidad”. Gotanegra explica los cambios aplicados: “Hemos adelantado la apertura nocturna a las 20h, y la gente ha reaccionado. El madrileño está acostumbrado a cenar tarde pero nuestro cliente se ha adaptado e intenta venir antes porque aquí quiere disfrutar sin prisa, y tomarse el gintonic…”.

Los tres empresarios cuentan con una empresa detrás que les da cierta estabilidad “pero preocupa el panorama tras la batalla. Nos están haciendo mucho daño”, comenta López de Viñaspre. Empáticos con el sector (“lamento más el cierre de muchos compañeros en el Born -barrio de Barcelona donde está sito Estimar-, que ya no podrán volver a abrir”, relata Gotanegra), aceptan como “mal menor” un posible toque de queda con los negocios abiertos. “Estar cerrados con un ERTE puede ser casi mejor que estar abiertos con mil restricciones como puede pasar en La Rioja (que les hacen cerrar a las 21h)”.

Así de desconcertante es el presente restaurador español.