Hace unos años estuvieron muy de moda los duetos musicales. Hay resultados extraordinarios. Mientras pensaba este artículo se me ocurrió escuchar You win again, una colaboración entre Van Morrison y Linda Gail Lewis, la hermana del tremendo Jerry Lee Lewis. Si lo encuentran raro, prueben con The road to Escondido, una colaboración entre JJCale, autor de Cocaine, y Eric Clapton, quién popularizó la pieza. Y, si les parece algo estúpido busquen a Frank y a su hija Nancy. Hay otras experiencias interesantes, casi de culto, algunas curiosidades de culto o morbosas. Algunas harto comerciales, pero con algo que trasciende, como Jay-z y Alicia Keys con Empire State of mind, dedicada a NYC. Incluso los hay malos de remate. Hay quien ha abusado de ellos, como Julio Iglesias, un tipo con el que todos nos atrevemos y que representa a la música lo que McDonald’s a la gastronomía.
Son experiencias muy interesantes, algunas veces irrepetibles. Pero aún las hay mucho más irrepetibles…
El 19 de marzo del 2012 unos cuantos elegidos para la gloria tuvimos la suerte de ser invitados a la comida “A cuatro manos en vivo: Albert Raurich & Andoni Luis Aduriz”, celebrada en el restaurante Dos Palillos, en Barcelona, con motivo del Guzmán Gastronomía Open Day.
Guzmán Gastronomía decidió concentrar en el bello Edifici FAD –El Fomento de las Artes y del Diseño, el primer centro de referencia del diseño y la arquitectura en Cataluña y España– y en un solo día su universo infinito de productos en uno de los mejores show room de alta gastronomía que uno pueda llegar a conocer jamás. El catálogo entero de Guzmán estaba dispuesto para ver y catar a lo largo de un montón de stands, que ya quisieran para sí muchas ferias. Lo completaba un programa potente de talleres y charlas, inaugurado por Andoni Luis Aduriz y cerrado por Albert Raurich.
Entre charla i charla, Aduriz y Raurich cocinaron un almuerzo histórico. Fue una maravilla, de la que no me arrepiento de haber ido. Lo pondría a la altura de los grandes duelos de guitarra, de piano o de banjo.
Salvando las distancias, me recordó el famoso Dueling banjos de Deliverance. Cada uno con sus instrumentos –en la película, uno con guitarra y el otro con banjo– interpretaron piezas distintas que sonaron como una sola, sin altibajos, sin que nadie quedara en evidencia ante el virtuosismo del otro.
El anfitrión, Albert Raurich, propietario del Dos Palillos, abrió fuego con los aperitivos, Pieles de pollo crujientes y sus Wasabi/cacahuetes. Ya en la mesa, tomamos la salsa crujiente que Andoni Luis Aduriz recomienda dejar fundir en la boca, para apreciar la metamorfosis de crujiente a sedosa gelatina. Luego llegaron las ensaladas: Sunomono de algas frescas y moluscos, de Albert Raurich, del cual, quién quiso, pudo comer el plato, una ácida cáscara de yuzu. A continuación, Andoni nos deleitó con su famoso Carpaccio vegetal acompañado de un aliño agridulce, virutas de queso D.O. Idiazabal y briznas vegetales, la famosa carne de sandia.
Albert Raurich terminó la primera parte de la comida con dos delicadezas no aptas para los poco amantes de lo crudo: Sasami de pollo de corral con wasabi y Shabu-shabu de pulpitos. Acompañamos esta primera parte con Cava Sumarroca Gran Brut Rosado.
Andoni arrancó luego con su sedosa Kokotxa de bacalao blanqueada en su gelatina con miel de flores de acacia y pastilla líquida: todo seda y suavidad. Le recuerdo a él hace años defendiendo este plato como cocina atlántica. Diría que el plató que cerró esta segunda parte, la Porción de queso casero, xixas y hierbas carnosas del huerto, sigue la línea discursiva de Andoni de su matrimonio atlántico y de sus travesura experimental con dar algo que parece lo que no es, porque el queso no es Camembert aunque lo parecía… Raurich puso su fresca y desengrasante Sopa thai, pollo, gamba, tofu, curry rojo entre los dos lácteos del cocinero vasco. Esta segunda parte la acompañamos con el vino Santiago Ruiz 2010, de la DO Rías Baixas.
La llegada del tinto Les Crestes 2009 del Celler Mas Doiz, de la DOQ Priorat, marcó el inicio de la tercera parte, en la que probamos dos platos contundentes, de los que uno abusaría siempre: Pan chino al vapor con papada de cerdo ibérico y cangrejo, de Albert Raurich, y la Txuleta asada a la parrilla, emulsión de carne asada y cristales de sal, de Andoni Luis Aduriz.
El cava Núria Claverol acompañó los postres. Primero, Albert propuso el Annindofu, flan de almendra amarga. Antoni terminó con otra travesura: Pastilla artesana caliente y agua batida de miel con helado de leche de cabra, que asemeja a una pastilla de jabón con su espuma.
Les voy a contar la diferencia entre un duelo musical y una comida a cuatro manos. La música la repites hasta hartarte en tu ordenador, en el coche o en el smartphone. Si embargo, la comida suele ser irrepetible. Es una pena que, tantas veces, estas comidas sean experiencias exclusivas. Aunque hoy la tecnología ya permitiría repetirlas durante un par de días o un par de semanas.