Las mujeres conserveras de Lanzarote, heroísmo anónimo vindicado

El Cabildo de Lanzarote ha rendido un emocionado homenaje a las trabajadoras que trabajaron la sardina del banco conejero y lo transformaron en la base de un próspero negocio y la base de un notable cambio social. El acto, apoyado en una exposición fotográfica, contó con la presencia de chefs locales.

Xavier Agulló

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El Cabildo de Lanzarote, más de 50 años después de aquellos tiempos en claroscuro en que la industria conservera marina cambió la economía de la Isla, gracias a las mujeres trabajadoras que motorizaron las factorías, ha rendido un emocionado homenaje a aquellas trabajadoras que, mayores y pequeñas, hicieron de la sardina del banco conejero negocio y un notable cambio social. Un homenaje que, a partir de historias anónimas que ya no lo son, retrata la heroicidad de unas mujeres que, en pleno e insidioso sindicalismo vertical, no sólo propulsaron la economía familiar isleña, sino que, con su trabajo y su lucha, comenzaron a cimentar un movimiento igualitario cuyo objetivo, por fortuna, cada día está más cerca…

 

Fue el amigo Juan Betancort quien me insistió en volar a Lanzarote para asistir al homenaje, e hizo bien. No ha sido fácil para el Cabildo armar este homenaje tantos años después, pero el esfuerzo valió la pena y, para aquellos que amamos la historia y la justicia, el acto de la otra tarde nos torna un poco más creyentes en este mundo cada día más baqueteado y raro.

 

Allí, en Optuna, en las instalaciones portuarias de Arrecife, 50 años nos contemplaban en las paredes y hasta en los parlamentos, ya que algunas de las protagonistas y familiares de aquellas mujeres conserveras nos hicieron viajar en la penumbra a los años 70, los 80… Tiempos duros, difíciles y represores que, no obstante, fueron capeados por aquel colectivo femenino que se mantuvo de pie por su trabajo, por su familia y por sus derechos hasta los años 90. La sardina de ese banco ubérrimo cercano a la isla en medio de todo.

Cocineros de Lanzarote en el homenaje a las conserveras.
Algunos chefs representativos de Lanzarote, imaginaron platos a partir de las sardinas en conserva.

Y ellas. “Yo empecé a los 13, y recuerdo que nos escondían los encargados cuando venía la inspección de trabajo”; “Fui a trabajar a la fábrica de Arrecife, me quedaba en la casa de una amiga”; “Las niñas, cuando venían de estudiar, en las vacaciones iban a trabajar allí para recuperar un poquito de dinero y luego volver a la universidad”; “A las seis de la mañana te despiertas y a las siete empiezas a trabajar en la fábrica, con 13 años, así de la noche a la mañana”; “Mi padre era marinero, mis tíos, mis primos, y yo me casé con uno que él cogía la sardina y yo la trabajaba”; “Cogieron el barco y lo ametrallaron -se refiere a los ataques del Frente Polisario-, entonces ya empezaron las fábricas a bajar”; “Mi padre pidió trabajo en la fábrica de la Rocar y entonces, para poder meter a trabajar a los hombres, tenían que llevar mujeres y llevó a mi madre”; “Empecé con 15 años y estuve 12 años trabajando”; “Después ya nos mandaban al paro, las zafras aflojaron, y ya nos fuimos a la huelga y no cobrábamos y decidimos hacer unos bonos para repartirlos…”; “Donde más se ganaba era en las primas, que a lo mejor terminabas tú a una hora y te decían: ‘Te quieres quedar a hacer dos horas de primas?’ Y sí, claro”.

 

Teresa Rodríguez, Emilia Fernández, Ángela de la Cruz, Ana María Megolla, Ana Betancort, Inmaculada Delgado… Algunos de los nombres expuestos, con fotografías de la época, que configuran la exposición.

 

Algunos de los chefs representativos de Lanzarote, imaginando platos a partir de las sardinas en conserva: la sardina en aceite sobre crema de batata de jable y penca de tunera (Roberto Bañuelos, La cocina del Puerto by Casa Brígida); el nigiri de sardina (Jaime Jiang, Kokoxili); sardina y sandía (Joao Faraco, Coentro); causa de sardina en escabeche con crema de coco y láminas de cactus (Sebastián Guasco, Alma, tapas y +); perla de sardina envuelta en pasta brik y galleta salada; y lingote de sardina en escabeche con batata, cebolla encurtida y aire de mar (Juan Jesús Perdomo, El risco).

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