En la Barcelona gastronómica, los finales y los comienzos suelen ir de la mano. Teatro Kitchen & Bar, bajará el telón definitivamente el próximo 21 de diciembre. Pero el escenario no quedará vacío: en su lugar, Grupo Orobianco prepara un nuevo proyecto que llevará la firma de Paolo Casagrande, uno de los cocineros más respetados del país.
Casagrande, chef con 3 estrellas michelin en Lasarte junto a Martín Berasategui y 1 Estrella en Orobianco Calpe, asume ahora la dirección gastronómica de este nuevo espacio que abrirá sus puertas en primavera de 2026. El proyecto marcará la llegada del grupo Orobianco a Barcelona, en un movimiento que consolida su expansión y refuerza su compromiso con la excelencia.
“Será una etapa apasionante —adelanta Casagrande—, con una propuesta más desenfadada pero elegante, que dialogue entre el Mediterráneo y otras cocinas del mundo sin olvidar nuestras raíces.” La idea, explica, no es replicar el modelo de Calpe ni reproducir el formato de un menú degustación clásico, sino ofrecer una experiencia más abierta, lúdica y personal, donde el comensal tenga margen para elegir y disfrutar sin corsés.
El espacio —actualmente en proceso de transformación— estará a cargo del Estudio Astet, responsables de algunos de los interiores más reconocibles de la nueva hostelería española. Su reto: convertir el antiguo Teatro en un escenario mediterráneo, luminoso y natural, donde la madera, la piedra y los tonos cálidos reflejen la filosofía del grupo.
Mientras tanto, Oliver Peña, el cocinero que dio identidad y alma al Teatro, se prepara para escribir su propia historia: abrirá nuevo restaurante en el Eixample a comienzos de 2026. Su etapa al frente de Teatro deja una huella notable en la ciudad, donde su enfoque sensorial y técnico ayudó a consolidar un nuevo lenguaje para la alta cocina barcelonesa.
En Calpe, el restaurante Orobianco —referente de la cocina italo-mediterránea en España— cerró su temporada el 19 de octubre y reabrirá el próximo año con Andrea Drago en los fogones, siempre bajo la mirada de Casagrande. La experiencia de Calpe servirá como punto de partida para el proyecto barcelonés, una suerte de laboratorio en el que la idea de “mediterráneo” se expande más allá de la geografía.
En la ciudad donde los grandes nombres no escasean, Paolo Casagrande prepara su siguiente jugada: un restaurante que no busca deslumbrar por ruido, sino por profundidad. Y que promete convertir el Mediterráneo —de Calpe a Barcelona— en una misma corriente gastronómica.
