Un acontecimiento fascinante ha sacudido el mundo del vino, sin crear un gran revuelo internacional. Ha sido el descubrimiento por parte del periodista de Gorizia Stefano Cosma, de una clasificación de crus de parte de lo que fue el Imperio austriaco por orden de la emperatriz María Teresa de Austria en 1787. La reina-emperatriz había organizado los viñedos del Condado de Gorizia y Gradisca al poseer un terroir excepcional, recordando los mapas del Catasto Tavolare (Catastro o Registro de la propiedad) de la dinastía de los Habsburgo, encargando este trabajo a los geólogos del Imperio donde se incluía un proyecto, que hoy sería transfronterizo, para los mejores viticultoresy suelos del Collio, Brda, Colli Orientali, Isonzo, Vipava, Aquileia y el Carso que formaban parte del Condado de Gorizia y Gradisca en la época. Una clasificación anterior a la mítica del Médoc bordelés y Sauternes de 1855, siendo la primera del mundo.

María Teresa había nacido en Viena en 1717, falleciendo en 1780 en la capital imperial sin poder ver su encargo finalizado. Fue la primera y única mujer que gobernó el extenso dominio de los Habsburgo (los Austrias para los españoles) y la última jefa de la Casa de Habsburgo porque después de su matrimonio con Francisco I pasó a ser la Casa Habsburgo-Lorena. Fue archiduquesa y reina de Austria, Hungría, Bohemia y Croacia, y emperatriz consortedel Sacro Imperio Romano Germánico. Gobernó con mano firme durante 40 años a pesar de regirse los territorios de los Habsburgo por la Ley Sálica, que impedía la sucesión femenina, gracias a la Pragmática Sanción aprobada por su padre, el emperador Carlos VI, en 1713. La clasificación es parte de las nuevas propuestas agrícolas que llevó a cabo junto a las reformas económicas y educativas. Promovió el comercio y reorganizó el ejército, fortaleciendo el prestigio de Austria en el mundo sin permitir la libertad religiosa.
El territorio ha sido que durante siglos el corazón de la historia de Europa, campo de batalla despiadado durante la Primera Guerra Mundial y de otros acontecimientos bélicos de gran calado. Un triángulo formado hoy por Austria, Italia y Eslovenia ,convertido en un espacio de paz y desarrollo para el vino y la convivencia.

Los geólogos del Imperio austriaco dividieron la zona en 8 categorías, según la calidad de los terruños. Esos primeros crus llevan los nombres de Barbana, Cerou Superiore, Cormons Vignali, Colana, Dobra, San Floreano, Fleana, Gaugnaz, Imegna, Martignaco, San Martino, Medana, Podgora Vignali y Quifea. Oslavia, que hoy es uno de los puntos de referencia para los vinos blancos italianos, era un tercer cru. El estudio es tan preciso y concienzudoque separa un mismo viñedo en segunda y tercera categoría, como Cerou Inferiore mientras el Cerou Superiore es primer cru. Los productores han ido recuperando esos viñedos, en muchas ocasiones divididos en diferentes épocas históricas, que se encuentran a caballo entre la Italia y la Eslovenia de hoy, identificándolos con exactitud así como sus mezclas de variedades, traídas por las diferentes culturas que han pasado por la zona en los últimos siglos.
Después de la Segunda Guerra Mundial, el drama era frustrante. Había campesinos que poseían un viñedo fronterizo que pertenecía a dos países. Sólo les dejaban trabajar unas horas, y no todos los días, en la parte de la viña que se encontraba fuera de las lindes de su país de residencia. Una parte era italiana y la otra yugoslava, controlando los soldados unos confines que chocaban con la naturaleza.
Encontramos dos denominaciones de origen
compartidas por Italia y Eslovenia:
Collio-Brda y Carso-Kras
Es una tierra amada por los franceses desde el siglo XVII, como recuerda Lodovico Bertoli en su obra La viña y el vino de Borgoña en el Friuli (1747), donde afirmaba que la pinot noir era la refosco. Por eso la hermana de Napoleón Bonaparte, Elisa Baciocchi, compró una bodega en Villa Vicentina que todavía produce vino en Canale (Kanal, en Eslovenia) cerca de Gorizia. El viticultor más conocido llegado a aquellas tierras del Collio fue el conde Teodoro Latour, que se casó en 1868 con una mujer de Gorizia y construyó una bodega que conocemos como Villa Russiz. El conde Latour introduciría en 1850 las variedades francesas en el Friuli, coleccionando premios, diplomas y medallas por la excelente calidad de sus vinos. En 1888, se descubrió en una feria donde sometió a cata vinos de riesling, traminer, Franconia, Borgoña tinto, Burdeos tinto y carmenet.
Ha sido necesaria la aparición de un prestigioso personaje del mundo del vino francés y universalm como el vizconde Charles-Louis de Noüe, cuya familia es propietaria de Domaine Leflaive, la bodega borgoñona sita en Puligny-Montrachet. De Noüe se enamoró de los viñedos del Collio y del Collio Goriziano (Brda, pronunciado Berda), y conoció a la familia Marinic, en Vedrijan (Eslovenia), propietarios de viñedos de calidad en la zona clasificada en 1787, asociándose para crear una bodega cercana al castillo de Dobrovo que, en 1880 etiquetaba sus botellas bajo el nombre de Château Dobra.

En la zona encontramos dos denominaciones de origen compartidas por Italia y Eslovenia: Collio-Brda y Carso-Kras, cuyos viticultores son en su mayoría eslovenos de nacimiento, aunque sus bodegas se encuentren en la parte italiana. Sólo hay que recordar unos cuantos apellidos para comprobarlo: Gravner, Primosic, Radikon o Princic, en Oslavia (Collio) o Zidarich, Skerjl, Kocjancic, Skerk o Milic, en el Carso italiano.
De Noüe vivía en Roma, pero eligió la pujante Eslovenia para su iniciativa. Un país surgido en 1991 después de la desmembración de la antigua Yugoslavia, pero con una clara identidad secular. La unión de los productores ha sido clave en el lanzamiento y desarrollo de los pagos. Para celebrar este magno descubrimiento, surgió la iniciativa de catar, por primera vez, los crus de la antigua clasificación de la emperatriz austriaca. Su sueño rememora una fórmula borgoñona al celebrar una especie de subasta similar a la que se realiza en los Hospices de Beaune cada tercer domingo de noviembre, en la pujante Nueva Gorizia nacida en 1948 ,colindante y fronteriza con la Gorizia italiana.
Surgió la iniciativa de catar,
por primera vez,
los crus de la antigua clasificación
de la emperatriz austriaca
Ha promovido la primera subasta benéfica cuyos fondos han sido destinados a la restauración de los frescos de la iglesia de la Anunciación y la capilla, dañada por un terremoto, donde se encuentra enterrado Carlos X, conde de Chambord y último rey Borbón de Francia, junto a otros miembros de la familia real francesa dentro del monasterio franciscano de Castagnevizza (Kostanjevica).
La subasta benéfica, celebrada en el monasterio los días 28 Y 29 de octubre de 2022 por la Asociación de los caballeros de la clasificación de los crus de la emperatriz-reina María Teresa, tenía unos criterios de selección estrictos: los crus debían pertenecer a alguno de la clasificación de la emperatriz; sólo eran admitidos monovarietales provenientes de una única barrica con cepas locales que se habían adaptado a lo largo de los siglos como la chardonnay, ribolla gialla, friulano-jakot o malvasía istriana entre las blancas y la pinot noir, refosco y merlot entre las tintas; el cultivo debe ser por métodos tradicionales sin uso de productos químicos, con azufre y cobre en biológico o en biodinámico, con un rendimiento no superior a los 60hl/ha; una crianza de unos 12 meses en madera y 6 en acero; el cru debe provenir de una única zona vinícola; una barrica y 300 botellas borgoñonas donadas por cada productor, llevando en la etiqueta el nombre del viñedo y su clasificación, con la zona de procedencia y el nombre en italiano, como estaba escrito en el texto original, en lugar del nombre actual en esloveno.

La subasta se compuso de 18 lotes que se vendieron a japoneses, eslovenos, italianos, austriacos o españoles. Personas tan conocidas como el gran productor friulano Silvio Jaermann o Juan Manuel Bellver, en nombre de Lavinia. Prevalecieron los vinos de chardonnay (7) y de merlot (6) junto a dos pinot noir y friulano/jakot y una malvasía de Istria, abarcando las añadas desde 2018 hasta 2020, la cosecha más representada. Como sucede en los Hospices de Beaune, todos los vinos se pudieron catar el día previo al acto. Charles-Louis es autor de un libro sobre los clubes de gentleman europeos. Ha sido la primera vez que los vinos han podido ser catados en su conjunto. Los productores eslovenos, hasta los más díscolos, han apoyado en su totalidad el proyecto que desarrolla los crus porque se han dado cuenta que es un gran camino para el presente y el futuro.
Ese linde fronterizo es un territorio con una personalidad inquebrantable, donde se respira una identidad única. Los jóvenes productores muestran un pedigrí sin parangón: sus antecesores pudieron nacer franceses o austriacos, sus tatarabuelos austriacos; sus bisabuelos italianos; tanto los abuelos como sus padres tenían pasaporte de Yugoslavia y los hijos vieron el mundo en Eslovenia. Un pueblo joven que dará mucho que hablar.