Dulce de Invierno, el vino que nace a finales de enero

Vivanco recogió las uvas de su Dulce de Invierno, una rareza que sigue la técnica de podredumbre noble de Sauternes pero aplicada a un rosado.

Alberto Gil

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Aritz Espinosa, responsable de viticultura de Bodegas Vivanco lo intentó diez días antes, pero la uva no estaba aún a punto. Finalmente las cosechó el 25 de enero, porque la Aemet anunciaba varias borrascas seguidas y las uvas que se deshidratan en el viñedo desde finales de septiembre, pendían de un hilo: “Los mayores enemigos son la lluvia, las heladas, pero sobre todo el viento… Pese a que mallamos todas las cepas en octubre, las uvas apenas se sujetan ya al racimo después de casi un año y una racha se las puede llevar por delante en cualquier momento, pero también necesitamos que la botrytis, nuestra mayor enemiga en la vendimia convencional pero nuestro amiga para este vino, haya alcanzado ese punto justo de podredumbre que determinará la calidad del vino”.

Vendimia para Dulce Invierno el 25 de enero. Foto: Sonia Tercero.
Vendimia para Dulce de Invierno, el 25 de enero. Foto: Sonia Tercero.

Son las circunstancias extremas en las que Bodegas Vivanco cultiva las casi tres hectáreas que reserva cada año para su Dulce de Invierno, una rareza de rosado elaborado con las cuatro variedades tintas históricas de Rioja (tempranillo, garnacha, mazuelo y graciano) que luego crían 14 meses en barricas de roble francés y al menos un año en botella. “El método es similar al de los blancos dulces de Sauternes o Tokaji, pero allí trabajan con uvas blancas, sobre las que la botrytis actúa más rápidamente, y aquí son tintas por lo que hay que alargar el proceso”, explica el técnico de viticultura.

El resultado es un vino elaborado con garnacha (40%), mazuelo (40%), tempranillo (10%) y graciano (10%), naturalmente dulce, de vendimia tardía de uvas botritizadas. Es un ‘guiño’ de Rafael Vivanco al tradicional supurado, pero pasificado en la viña en lugar de en los altos de las casas.

Una cuadrilla de 30 vendimiadores recogió el 25 de enero la finca El Cantillo, con un frío rotundo pero necesario en las inmediaciones del Museo de la Cultura del Vino, en Briones. “No nos podemos quejar. La primera añada comercial de este vino, tras varias pruebas desde 2009, fue 2012 y solo en 2013 perdimos completamente la cosecha por una ciclogénesis explosiva, así que, desde ahora, firmaba otros diez años iguales…”, indica entre risas Espinosa.

Dulce de Invierno, Vivanco
Dulce de Invierno, Bodegas Vivanco.

El vino es un capricho de Rafael Vivanco, gerente y enólogo de la bodega: “Rafa quería hacer algo singular, similar a los supurados tradicionales de uvas tintas, pero pasificando las uvas en el propio viñedo y, lo cierto, es que el Dulce de Invierno tiene una aceptación extraordinaria”. Los números de este vino no convencerían a cualquier financiero: “Hablamos de unos 15.000 kilos de uva que reservamos en el campo, de los que aprovechamos 4.000 ó 5.000 y luego sacamos un rendimiento de transformación del 25% máximo”, detalla Espinosa. “Está claro que no es un vino de negocio -continúa-, sino más bien un pequeño lujo del que obtendremos entre 2.000 y 3.000 botellas de 3/8”.

En cualquier caso, Vivanco comercializa Naturalmente Dulce por cupos (25 € la botella): “Rafa siempre ha querido innovar, trabajando con tempranillo pero también con todas las variedades minoritarias, y ahí están sus colecciones de vinos”, dice Araitz. “Es una vuelta de tuerca más: un vino sorprendente al nivel de los mejores dulces naturales del mundo”.

 

Foto de apertura: Sonia Tercero.