Los Passionate Wine (s) de Matías Michelini: “hago vinos con máxima intervención”

Cuando Josep Roca decide escribir un libro con la psicóloga Imma Puig para explorar la relación entre un viticultor y los vinos que cultiva, selecciona doce bodegueros para meterse tras sus viñas (Tras las viñas es el título) en un viaje al alma de los vinos. Entre los 12 vignerons elegidos por su personalidad singular y por lo sobresaliente de su trabajo, Josep Roca escoge a Matías Michelini, uno de los más interesantes productores de su país, entre los responsables de prender la mecha de la revolución que vive el vino argentino en los últimos 15 años. Uno de los primeros en hablar de vinos naturales y elaborar vinos sin filtrar y por debajo de los 11 grados de alcohol, el primero en hacer un vino naranjo en el país.  

Giovanna Abrami

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Matías Michelini es reconocido en el mundo de la enología y viticultura argentinas por romper hábitos, ir contracorriente, abrir nuevos caminos. Y si bien hoy, dicho por su boca y por sus botellas, la etapa de la revolución ha sido remplazada por la de la evolución y de la finura, el alma del revolucionario sigue en la sangre y en la mirada de este hombre que acaba de cumplir 49 años. Mientras muchos productores naturales se jactan de producir vinos con una mínima intervención, Matías deja las cosas muy claras en esta entrevista: “El que diga que hace vino con mínima intervención, es porque nunca fue al campo a trabajar”.

 

7Canibales ha ido a encontrarlo a Sitio La Estocada -Tupungato, Valle de Uco-, la última aventura en la que se ha embarcado con su compañera Cecilia Álvarez y sus cuatro hijos, para desandar junto a él su trayectoria de bodeguero y la evolución de su mirada sobre la viticultura.

Matias con su mujer Ceci Alvarez y la hija Paulina, plantando el vinedo en Sitio la Esrocada en Julio 2020
Matias con su mujer Ceci Alvarez y la hija Paulina, plantando el viñedo en Sitio la Estocada. Foto cedida por Matías Michelini.

Sitio la Estocada es el último proyecto de Matías Michelini. Viñedos plantados en 2020, en plena pandemia, de los que se obtuvo este año la primera cosecha. Los primeros vinos saldrán a la venta en 2025, con la excepción de dos “avances oficiales para los sedientos y los ansiosos”, nos dice riendo Matías: un blanco y un rosado, frescos y jóvenes que se podrán tomar desde la próxima primavera. La daga de este último proyecto esta clavada a 1300 metros de altura, en Gualtallary, un distrito político de Tupungato (uno de los tres departamentos que componen el Valle de Uco) y una de las regiones vinícolas argentinas más prometedoras. Dos de los tres cien puntos que se ha ganado Argentina en el último reporte de Luis Gutiérrez para Robert Parker vienen de este distrito.

 

Al fondo se recortan la Cordillera de los Andes y la cumbre del volcán Tupungato manchada de nieve. Entre una parcela y la otra, 19 huertas biodinámicas reproducen las estrellas de la constelación de Orión luciendo los últimos tomates de la temporada: flores, abejas, abejorros, y las plantas aromáticas de las que Cecilia produce Eres, su línea de infusiones de montaña. Un lugar ideal, según Matías, para criar vides e hijos.

 

Los cinco hijos de Passionate

 

Passionate Wine cuenta hoy con cinco líneas de vino (Montesco, Vía Revolucionaria, @micheliniwineMatías MicheliniSitio la Estocada) nacidas en el trascurso de los años para responder a una determinada visión y necesitades expresivas. Este proyecto personal y familiar nace de una disconformidad, un malestar, con el objetivo de empezar a hacer vinos que te emocionaran y que expresaran los terruños y paisajes de Argentina.

Las primeras estacas ya están cubiertas de vides. Sitio la Estocada es una realidad.
Las primeras estacas ya están cubiertas de vides. Sitio la Estocada es una realidad.

“Si, Passionate Wine nace en 2009, después de muchos años trabajando como enólogo por diferentes bodegas argentinas. Años de mucho aprendizaje, a la hora de entender la elaboración del vino y la viticultura, que me dieron muchas herramientas. Pero había llegado un momento en que hacía vino siguiendo las necesitades del mercado o los pedidos del dueño de la bodega; sentía que esto se alejaba de los vinos que había que hacer en estos terruños y en estos paisajes, y esto provocaba una angustia en mi corazón. Es así que nace Passionate Wine, el nombre también lo dice, con esa ilusión de hacer vinos que hablaran más de la personalidad de un lugar y de la persona que los hace”.

 

La primera línea de Passionate Wine, habla justamente de gente de montaña y vinos de montaña. ¿Cómo nace Montesco?

 

“Como no tenía todavía viñedos y uva propia, empiezo a buscar viticultores de Valle de Uco con tradición en el cultivo de la vid, descendientes de inmigrantes españoles e italianos que llegaron a fine de 1800, principio de 1900, y plantaron sus viñas acá. Quería hacer vino con viñedos de gente que entendiera la viña como un recurso para vivir. Empecé a encontrar viñedos que me hacían emocionar, plantas que tenían 50, 70, 80 años, de un abuelito que todavía las regaba y las cuidaba, con un nieto que me contaba de como su abuelo había plantado ese viñedo y de todo lo que había ido pasando hasta ese momento. Sentí que esas viñas tenían algo para contar, y yo quería hacer vinos que pudieran contar algo. Así empezamos haciendo un solo vino en 2009, apenas 4 mil botellas, y lo llamamos Montescocomo una persona de montaña que hace vino en la montaña”.

Una tarde en Sitio la Esticada
Un atardecer en Sitio la Estocada. Foto cedida por Matías Michelini.

De allí por adelante empieza tu revolución, con la línea sucesiva -que, no de casualidad, se llama Vía Revolucionaria– empiezas a abatir puertas y hábitos en la enología argentina.

 

“Si, en 2011 empezamos una revolución. Empiezo a hacer vinos que en Argentina todavía no se habían hecho, como vinos de bajo alcohol, vinos sin filtrar, vinos naranjos, vinos de técnicas ancestrales que ya no se usaban como los tintos de maceración carbónica… Y allí nace, dentro de Passionate Wine, esta línea de vino que nos acompaña hasta hoy que se llama Vía Revolucionaria. Fueron vinos que en su momento han sido bastante criticados porque el consumidor argentino no estaba preparado ni acostumbrado a tomar ese tipo de vino, pero seguimos con la convicción de querer romper un poco la estructura, romper el tablero de lo que se había hecho hasta ese momento en Argentina y mostrar algo que para mí tenía sentido”.

 

La elección de la biodinámica

 

El estilo y el carácter de tus vinos sale y se funda en primer lugar sobre la agroecología y la biodinámica como forma de cuidar el viñedo y su entorno. ¿Elegiste esta postura desde el comienzo?

 

“La biodinámica por suerte la encontramos muy del comienzo. Yo había probado muchos vinos del mundo, me había interesado mucho por conocer lo que pasaba fuera de Argentina. Muchos de ellos me gustaban, pero muy pocos me emocionaban. Y entonces empecé a preguntarme: ¿Qué tiene este vino? ¿Por qué me emocionó? ¿Qué estuvo pensando y haciendo quien lo hizo para que hoy me llegue esta botella y me emocione? Decido entonces ir a visitar a cada uno de los productores de estos vinos para entender que tenían esos viticultores y esos lugares. Todos hacían agricultura biodinámica. Así, cuando empezamos Passionate Wine con Ceci, nos metimos a estudiar y a hacer nuestras primeras prácticas en un viñedo plantado en San Pablo en 2007. Al comienzo nos parecía medio loco, pero cuando empezamos a ver los resultados de lo que estábamos haciendo en nuestra viña, nos dimos cuenta de que funcionaba: cada vez era más linda, empezamos a generar paisaje, empezamos a sentir que necesitábamos tener huerta, animales, abejas, que ya nos preocupábamos no solamente de nuestra viña sino por todo lo que rodea al viñedo. Fue todo un camino de aprendizaje que nos trajo al día de hoy, cuando realmente empezamos a entender por qué lo hacemos, y empezamos a sentir que nuestros vinos hablan de ese cariño que uno le da al paisaje y al viñedo”.

El paisaje en Sitio la Estocada
Sitio la Estocada ya ha Los Passionate Wine (s) de Matías Michelini: “hago vinos con máxima intervención” un paisaje. Foto Giovanna Abrami.

En 2012 nace @micheliniwine. Empujado por la voluntad de llegar a la máxima expresión de viñedos muy especiales, y para lograr la expresión más transparente de un lugar, eliges eliminar del todo la tecnología.

 

“Me encuentro con un montón de viñedos que para mí eran muy especiales, por el paisaje de ese lugar, o por la gente que cuidaba esa viña, y sentí ganas de hacer vinos de esos viñedos. Son pequeñas partidas y vinos que quise hacer en la forma más artesanal posible, trayendo a la bodega una pequeña cantidad de uva. Nos pusimos a pensar como hacían vinos antes, sin el uso de la tecnología, pisando la uva con los pies, sacando los raspones con las manos, sintiendo ese contacto con lo que está pasando en la fermentación. Luego, como se trataba de volúmenes muy chiquitos, elegimos la barrica sin tostar o maderas ya usadas. Y así nació esta línea @micheliniwine que cuenta con seis vinos. Algunos no los hago más, o hago otros nuevos: Irma Liberata (Sauvignon Blanc de San Pablo), Rufino (Pinot Noir de Gualtalary), Marmoleo (Malbec de San Pablo), o Manolo (Cabernet franc de San Pablo). Todos del Valle de Uco, muy cerquita de nuestro entorno. Una línea donde no usamos la tecnología; vinos de grandes viñedos y volúmenes muy chiquitos”.

La enologia sensitiva de Matias Michelini.
La enologia sensitiva de Matias Michelini. Foto: Giovanna Abrami.

¿En tus otros vinos si usas tecnología?

 

“En la bodega hay un uso mínimo de la tecnología, para que no invada los procesos que deben conservar su relación con el ser humano. En los otros vinos, en lugar de usar las manos usamos una maquinita que hace el despalillado o una bomba que lleva la uva hasta un huevo de hormigón de 2000 litros. Los vinos de la línea @micheliniwine -muy pequeños volúmenes- están todos hechos con los pies, con las manos, con la sensibilidad llevada al extremo. Es tan mínimo lo que hacemos en la bodega que lo que va a resultar en estos vinos es la máxima expresión de los lugares de donde vienen”.

 

La tecnología, en su momento, también fue importante para el progreso de la enología argentina. Fue algo positivo, el tema está en como se utilizó y se utiliza.

 

“Totalmente. En los años noventa hubo una gran tecnificación en Argentina. Fue algo muy bueno, se incorporó por ejemplo el riego por goteo, que permitió plantar en altitudes y con pendiente, allí donde antes no era posible; se incorporó acero inoxidable, equipos de frio y equipo de molienda. Gracias a esta revolución industrial, muchos vinos que antes se hacían mal y eran de calidad muy baja pasan a estar bien hechos: vinos de gran volumen, bien hechos. Pero también cometimos el error de pasar a grandes excesos. Teníamos la viña en un buen lugar y teníamos la bodega con una súper tecnología, y empezamos a excedernos en maduración, en cantidad de extracción, en cantidad de madera. Y allí cometimos el error más grande que fue utilizar mal la tecnología, de forma irrespetuosa”.

Las anforas están selladas con cera de abeja, en busqueda de un estilo mas reductivo que oxidativo
Las ánforas se sellan con cera de abeja, buscando un estilo mas reductivo que oxidativo. Foto: Giovanna Abrami.

¿Irrespetuosa con la identidad de los lugares?

 

“Claro. Podías tomar un vino de Cafayate Salta o uno de Neuquen, pasando por Luján y Valle de Uco y todo era mucho alcohol, mucha madera, mucho color, mucha dulzura… Empezamos a preguntarnos que habíamos hecho con la tecnología. Es lo que me pasó a mí, al Seba, al Ale, al Edy… Empezamos a viajar juntos para visitar los países que hablaban de terroir -Francia, Italia, España-, para ver como pensaban, como veían los vinos, como trabajaban. Después volvimos y cada uno de su lugar hizo esta revolución, que es el buen uso de la tecnología disponible en el cuidado y el respeto del lugar, para obtener la expresión de la viña. Y hoy estamos en una Argentina evolucionada.  En Argentina tenemos una capacidad de reinventarnos y adaptarnos a los cambios que nos hace ir muy rápidos. Por eso no nos llevaron tres generaciones para evolucionar: lo hicimos en 15 años”.

 

Tu postura también está en una fase evolucionada. Después de los años de la revolución, necesarios para cambiar el paradigma del vino argentino, llega una etapa que tú mismo defines de la “evolución”: la línea Matías Michelini.

 

“Es así. Después de haber iniciado y cruzado esta revolución nos sentimos en un momento de evolución. No necesitamos seguir peleando, no necesitamos seguir mostrando a nadie que hay que hacer cambios. Rompimos todas las puertas que había que romper y ahora estamos en una etapa en la que queremos enfocarnos sobre la parte más elegante, fina y sutil del terroir. Evolucionar sobre la belleza de un paisaje, su expresión más sutil, más elegante, más delicada. Así llega, en 2018, esta nueva línea Matías Michelini: la evolución”.

Ceci Alvarez y Matias Michelini, en la bodega Sitio la Estocada
Ceci Alvarez y Matias Michelini, trabajando en la bodega. 

Empezaste a hacer vinos de viñedos que no eran tuyos, en bodegas que tampoco eran tuya. Con la última línea de Passionate WineSitio La Estocada, marcas un cambio potente: clavas tu vara y elegís un lugar para vos, tu familia, tu bodega.

 

Sitio la Estocada nace como un lugar que sea nuestro después de trabajar tantos años siendo nómadas. Fueron años de hacer vinos de viñedos que nos gustaban mucho, pero que no eran nuestros, en bodegas alquiladas. Y después de muchos años de buscarlo, encontramos este lugar. Por eso le pusimos Sitio La Estocada: clavamos una vara, una estaca en un lugar que habíamos soñado y que se convierte en nuestra casa. Plantamos un viñedo, hicimos la bodega y estamos pensando en construir nuestra propria casa, para vivir acá. Esta es la parte de mayor evolución de nuestra vida y de nuestro proyecto”.

 

¿Qué tiene ese lugar para que lo eligieras?

 

“Creo que para hacer grandes vinos y grandes hijos se necesita un lugar donde la naturaleza tenga una expresión fuerte. Además de su belleza, de la cercanía con la montaña, este lugar tiene grandes condiciones para la vid, por la altitud, por la temperatura más fría, por los tipos de suelo, que son la erosión de la Cordillera. Había un montón de cosas que eran buenas para el vino, y pensé que para mis hijos iba a ser más saludable criarse en un lugar donde podían tener un contacto más frecuente con la naturaleza y con la belleza del paisaje”.

tres etiquets de tres distintas lineas de Passionate Wine. Matias Michelini, Montesco, Via Revolucionaria.
Tres etiquetas de distintas lineas de Passionate Wine. Matias Michelini, Montesco y Via Revolucionaria.

Este amor por la naturaleza se traduce en la forma en que miras al viñedo, en primer lugar, y en las elecciones que tomáis respecto a la bodega.

 

“Los vinos que hacemos tienen esa mirada. Como hemos observado y cuidado tanto nuestro viñedo, no podemos hacer algo distinto en la bodega: tratamos de hacer vino con la misma sensibilidad con la que trabajamos en la viña. Hacemos una enología muy sensible y sensitiva, no analizamos ni la uva ni los vinos hasta el final. Con los años fuimos aprendiendo cuando es el mejor momento para cosechar la uva sin necesitad de mediciones, a través de la observación: ya sabemos que cuando la uva explota de sabores, cuando la piel esta crujiente y la semilla no está amarga, tendremos entre 23 y 24 brix. Lo mismo pasa con la elaboración de los vinos: podemos tocar la uva mientras está fermentando, saber qué temperatura tiene, si necesita más o menos calor, sentís su aroma cuando la aprietas. Para construir la bodega elegimos el hormigón, un material noble que hace que la temperatura externa no influya sobre lo que está pasando en el interior y nos permite ahorrar electricidad. También hay un pensamiento detrás de la elección de la forma y del material utilizado para las vasijas en las que elaboramos los vinos. En la naturaleza, la figura ovoide es la que genera la vida: la placenta materna es un ovoide, el huevo es un ovoide. Una forma capaz de cuidar y generar vida, y nuestros vinos son seres vivientes. También nos pareció importante que nuestros vinos se elaboraran en vasijas hechas con material procedente de la naturaleza: huevos de hormigón, ánforas de arcilla, barricas de madera”.

Matias Michelini ante el logo de Sitio la Estocada
Matias Michelini ante el logo de Sitio la Estocada.

En todo el mundo ha explotado la moda de los llamados vinos naturales. Muchos de sus representantes se jactan de usar mínima intervención.

 

“Nosotros hacemos vinos con máxima intervención, estamos interviniendo todo el tiempo. El que diga que hace un vino con mínima intervención es porque nunca fue al campo a trabajar. Acá estamos podando la viña, estamos trabajando sobre el suelo, estamos haciendo el compost, lo estamos aplicando, hacemos los preparados biodinámicos, estamos decidiendo si regar o no, si cosechamos o no… Respetuosa del lugar sí, pero hay intervención y mucha tanto en el viñedo como en la bodega. Estamos todo el tiempo tomando decisiones: que una barrica, que un ánfora, si lo dejamos o no en el huevo… Hay intervención, muy cuidadosa, todo el tiempo. Ahora hay gente que dice que hay que hacer vino natural y que es muy fácil: cosechas la uva, la pones en un tacho para que fermente y la embotellas. Pero, al no tener la técnica, esta gente está haciendo vinos con defectos horrorosos y desagradables. Y como el vino tiene que ser una bebida que te cause placer, ya no considero vinos los que están hecho con defectos desagradables. La gente confunde hoy el vino natural con el vino defectuoso. No es así. Vos podés hacer un vino natural, como hacemos nosotros, con una precisión hasta absurda, pero necesitás tener la técnica y el conocimiento para hacerlo. Nosotros nos pasamos una vida estudiando, trabajando, entendiendo: el vino es una ciencia. Hoy me siento con la capacidad de poder hacer vino que no necesite ni tecnología ni química, pero después de una experiencia de muchísimos años, para aprender a saber hacer vino”.

 

 

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