¡Ojalá, Ferran!

Y ahora le han concedido a Ferran el doctorado honoris causa por la Universidad de Barcelona. Un nuevo hito, un nuevo punto de salida a partir del cual seguir construyendo con nuevas y excitantes ópticas el edificio de la gastronomía, que parece se ha liberado ya de los lastres y acotaciones en que muchos lo querían mantener.

¿Harán falta más distinciones para acabar de convencer a los últimos “gastrocons”? Y con ello no me refiero a los galardones en sí mismos, que en todo caso decorarán más o menos barrocamente las vitrinas del domicilio de Adrià, sino a la semántica de los mismos. A lo que significan como parámetro prospectivo, como nueva geografía de trabajo, de experimentación, de libertad. Como sintaxis abierta para formular nuevos discursos culinarios sin rémoras restrictivas.

Ojalá sea así. A mi, en este sentido, me alegra sobremanera este último jalón conseguido por Ferran, aunque siempre pensé que los genios, el caso que nos ocupa, se distinguen simplemente por su actitud, porque es la actitud la que nos convierte en aquello que queremos ser. Hace arte quien quiere hacer arte. Crea quien quiere crear. Las tendencias, los nuevos espacios se dibujan antes de los oropeles… Así y todo, este doctorado, también esa medalla de las artes, debería ser decisivo para acallar las posiciones regresivas, esencialmente inmovilistas, conservadoras y “pequeñas” de los que siguen haciendo corrillo íntimo contra Montjoi, aunque luego, en el ágora, no tengan huevos de mantenerlo. Pero esto último es una demostración más de que, en realidad, esas camarillas practican el contubernio por razones puramente coyunturales, cuando no personales. Santamaria, sin ir más lejos, sigue ridiculizando de forma graciosamente infantil la cocina creativa en las páginas de un conocido diario… Manuel Borja, del MACBA, el tipo que se inflamaba de libérrimas definiciones del arte, ha acabado desautorizando Kassel. Y Ferran sigue cuestionado en determinados cenáculos a partir de la crítica feroz y ciega (y cobarde, diría yo) de aquellos que se adscriben a sus presupuestos ideológicos.
Ojalá las cosas cambien y podamos acelerar el paso todos juntos. Ojalá esos que niegan mirando atrás se atrevan a dar el paso adelante que hasta las instituciones más sólidas y respetuosas de la tradición ya han dado.
En caso contrario, se quedarán sin futuro. ¡Serán punkies!