Un día de solidaridad en World Central Kitchen Barcelona

En las cocinas del Centro de Convenciones Internacional de Barcelona (CCIB), en el Fórum, la actividad empieza a las 6:45h de la mañana. Carles Tejedor y sus jefes de cocina, Aleix Jorba y Albert Ibáñez, junto a los máximos responsables de cocina del CCIB se reúnen para planificar el día y sus comidas. “Hoy deberíamos hacer 500. Fideuá y merluza con pisto, y coliflor con bechamel y muslos de pollo con verduras salteadas”. Los fogones calientan. La fiesta empieza. No hay música. Hay concentración, también bromas justas. Todos son conscientes de que son las preparaciones con más sentido de sus vidas. Es el arranque del día en la sede barcelonesa de World Central Kitchen, la ONG del chef José Andrés que llegará en breve al millón de comidas en España para los más necesitados.

Foto: @bancdelsaliments y @flaminiapelazzi
Foto: @bancdelsaliments y @flaminiapelazzi

Carles Tejedor inició WCK Barcelona en su ciudad -Terrassa- en marzo. “Se nos quedó pequeño rápido por demanda, e hicimos el salto a Barcelona a medidos de abril». Para gestionar esta sede, “que ya funciona sola”, habló con la gente de su empresa (Oilmotion) y llamó a Jordi Fernández, jefe de cocina de grup gsr. “Para la producción esencial tenía a mis chicos, pero necesitaba puntales que ayudarán a Anna Comellas, también de mi equipo, para dirigir la entrada de voluntarios y el seguimiento de los pedidos”. Tejedor, no obstante, sigue recibiendo las peticiones y marcando los menús, ya desde hace un tiempo erigidos en platos Harvard de cerca de 600g.

“Si con mi experiencia puedo ayudar aquí, aquí me quedo”

Un día verdura, dos legumbres, dos pasta y dos veces arroz. “Los platos están perfectamente pensados para cubrir las necesidades alimenticias de la semana, y la cadena de producción que hemos instalado funciona como un reloj, también para que los voluntarios tampoco se quemen”. Fernàndez -35 años- acudió presto a la llamada de Tejedor y, pese a ser cocinero, se puso como coordinador de las cadenas de empaquetado. “Si con mi experiencia en la dirección de cocinas puedo ayudar aquí, aquí me quedo”. Ilusión y voluntad. Sello World Central Kitchen Barcelona. Son las 9:00h y el grueso de los voluntarios va apareciendo por las tripas del Centro de Convenciones.

Jordi Fernàndez. Foto: @bancdelsaliments y @flaminiapelazzi
Jordi Fernàndez. Foto: @bancdelsaliments y @flaminiapelazzi

Como Fernàndez muchos fueron los cocineros y restauradores que se dispusieron a ayudar tras el cierre forzado de restaurantes. En World Central Kitchen, y en otras iniciativas solidarias directamente promovidas desde los propios restaurantes. “El problema es que ahora algunos de los locales están empezando a abrir para delivery por lo que pueden abarcar menos, aunque la demanda sigue ahí. Esto nos carga a nosotros, que seguimos a tope, con más trabajo”, lamenta Tejedor. A la espera que las administraciones “hagan lo que deben hacer”, World Central Kitchen Barcelona aumenta peticiones. “Tengo muy estudiado hasta donde podemos llegar, por recursos y proveedores, pero no podemos ser la solución a este problema”. Un poco frustrado, habla con Jordi y Aleix: “Mañana, 500 servicios más”.

Tejedor, hablando con Jorba e Ibáñez. Foto: @bancdelsaliments y @flaminiapelazzi
Tejedor, hablando con Jorba e Ibáñez. Foto: @bancdelsaliments y @flaminiapelazzi

“Ya nos pagaréis las horas extras…”

Fernández, a su equipo tras la charla con el jefe: “Mañana tendremos que entrar a las 9:00h y veremos si acabamos a las 15:00h…”. “Sin problema, ya nos pagaréis las horas extras…”, se escucha entre risas en la líneas de empaquetado. “Estamos a lo que toca, y si nos hemos de quedar más, nos quedamos”. Es Joana Garrigosa, una voluntaria de 58 años –prejubilada de La Caixa- que se mueve entre bolsas como se debió mover entre números. “Da igual las horas que haga. Cuando acabo, llego a casa con un chute de adrenalina increíble porque haces algo por la gente”.

Otros, todos, añaden por detrás: “Además, cuando hacemos la jornada larga nos invitan a almorzar. ¿Qué más se puede pedir?” No es socarronería. Es ilusión y talante. Un almuerzo a base de bocadillos esmerados, café y alguna pasta. “Tenemos 20 minutos”. Sobran cinco. Antes de la hora marcada cada uno está equipado con gorro, guantes y mascarilla en su puesto. Sigue la fiesta. El dolor de espalda no existe.

Irene Abad. Foto: @bancdelsaliments y @flaminiapelazzi
Irene Abad. Foto: @bancdelsaliments y @flaminiapelazzi

Al lado de Garrigosa, marcando la producción, está Irene Abad. Esta tarraconense de 24 años, segunda de cocina en el hotel Neri, ha pasado por todas las partidas en esta casa de solidaridad, “y finalmente Jordi me pidió que me quedará aquí, siguiendo el empaquetado”. “Salen 1.000 barquetas para Santa Coloma. Preparados 1.000 yogures y 1.000 manzanas”. “Oído”. Duberney Santos tiene 31 años y es cocinero de la franquicia Lizarrán en Diagonal Mar. Le pillamos en el empaquetado, con manos de trilero. Envase, pieza de fruta, yogurt, agua y cierre. Envase, pieza de fruta, yogurt, agua y cierre… Una cadena de producción perfecta. “Ahora hay que echar una mano, y la comida es una de las cosas más importantes que hay”.

Dubarney Santos, en primer plano. Foto @bancdelsaliments @flaminiapelazzi
Dubarney Santos, en primer plano. Foto @bancdelsaliments @flaminiapelazzi

SOS a la Administración

Como Irene o Dubarney, muchos de los voluntarios de WCK están en ERTE es sus respectivas empresas. “Cuando la normalidad vaya volviendo y tengan que volver a sus trabajos, veremos qué hacemos”, comentan desde la organización. De ahí el ruego a las administraciones para que se pongan manos a la obra, para lo que Tejedor ya ha ideado presupuestos y estudios de viabilidad. “Puedo hablar con ellos, explicarles qué y cómo se puede hacer, pero esa demanda no puede quedar desabastecida. José (Andrés) y World Central Kitchen no pueden estar aquí siempre. Tampoco este equipo humano increíble que hemos juntado”.

Carles Tejedor en las cocinas del CCIB. Foto: @bancdelsaliments @flaminiapelazzi
Carles Tejedor en las cocinas del CCIB. Foto: @bancdelsaliments y @flaminiapelazzi

De la temporalidad y de la importancia del trabajo que están llevando a cabo son conscientes todos y cada uno de la cuarentena de voluntarios con los que ahora cuenta WCK Barcelona. Entre ellos, son mayoría los cocineros y la gente del sector (también jefes de cocina de restaurantes top como Disfrutar o Taktika Berri). “No podíamos quedarnos en casa viendo que, con lo que sabemos hacer, podemos ayudar”. Adrián Rubio tiene 40 años y regenta el restaurante Cierzo en Barcelona. “Tuve que cerrar el restaurante. Vi que estaba esto y no me lo pensé. Hasta que pueda volver al negocio, me siento bien ayudando”. Rubio está en la sección de emplatado, donde disponen lo cocinado en sus envases correspondientes previo paso por el abatidor.

Zona de emplatado. Foto @bancdelsaliments @flaminiapelazzi
Zona de emplatado. Foto @bancdelsaliments y @flaminiapelazzi

Vacaciones pagadas, con amor

Los caminos del producto están marcados, y la gestión del personal y las cantidades, perfectas para que salga cada día lo estipulado. Llegan los camiones y van recogiendo, y van entregando. El equipo de WCK se marcha ya para casa. Garrigosa, seguro, con una sonrisa. Sus compañeros, seguro, también. “A ver cuándo nos dan las vacaciones…”. Será la mejor noticia para todos ellos, para la sociedad. Se habrá acabado la urgencia. “Difícil”, razona Tejedor desde casa por la noche. «La demanda de ayuda no ha dejado de subir desde que empezamos, y llegará un punto en que yo también tendré que volver a trabajar”. Administraciones: la sociedad civil, José Andrés, Carles Tejedor, Jordi Fernàndez, Irene Abad, Joana Garrigosa, Dubarney Santos o Adrián Rubio, por citar unos, no pueden tapar todas las carencias. Lo harán mientras puedan. Y, aunque amenacen, no pedirán la nómina.