El cocinero suizo Philippe Rochat falleció ayer en mitad de una travesía en bicicleta tras sufrir, presumiblemente, una parada cardíaca. El chef, de 61 años, gozó de una dilatada trayectoria repleta de éxitos y reconocimientos, como por ejemplo haber mantenido el ansiado trío de estrellas Michelin, haber conseguido una nota de 19 sobre 20 en la guía ‘Gault&Millau’, haber sido nombrado Doctor Honoris Causa por la Universidad de Tours (el mismo año que Martín Berasategui) e incluso obtener la insignia gala de caballero de la Orden Nacional del Mérito.
Rochat había nacido en 1953 en Le Sentier, población del cantón francófono, en el seno de una familia de padre suizo y madre italiana. Su primera experiencia como cocinero llegó a la edad de 14 años en el Buffet de la Gare de Romont. Posteriormente trabajó en Zürich, ciudad previa a Crissier, donde se pondría bajo el mando de Frédy Girardet en el establecimiento donde él acabaría gobernando: l‘Hôtel de Ville.
La cocina de Rochat se fundamentaba en la pureza del producto y en el empleo de pocos ingredientes, obsesión que mantuvo durante toda su vida y que su sucesor Benoît Violier perpetúa. Platos como las cigalas de Guilvinec salteadas con alcachofas violetas de Italia y aderezadas con una reducción a base de hibisco, las navajas del Adriático con rebozuelos y cebollas moradas al apio de monte, sus zamburiñas y bígaros estofados con hinojo silvestre, los espárragos blancos del Valais cubiertos de una fina mayonesa al limón con perifollo y espolvoreados con caviar ossetra o su teppapanyaki de buey wagyu con sésamo negro formaron parte de su abanico culinario.
7Caníbales ha charlado con Javier Torres (Dos Cielos), quien trabajó durante cuatro años y medio con Philippe Rochat. Torres ha elogiado la carrera del fallecido chef: «No fue una persona mediática, pero para mí era parte de la Fórmula 1 de la cocina mundial. Su rigor y entrega eran absolutas, transmitía una exigencia extrema, trabajaba durísimo y era, sobre todo, una bellísima persona. Yo llegué de ayudante sin entender nada, pero me dije que saldría de allí victorioso y así fue. Demostré ganas y disciplina y en un año ya ejercía como jefe de partida». Al preguntarle por la influencia directa en su cocina actual responde: «en la cocina no tanto, pero es patente en el espíritu, en la filosofía, en la gestión de equipo, en el cómo organizar una cocina…Rochat apostaba por la especialización de partidas (verduras, pescado, marisco, aves…) para lograr sacar el máximo rendimiento» Javier ha explicado que hace apenas dos meses le recibió en Dos Cielos, «estaba fabuloso, fibrado, Rochat era muy deportista, fue él quien me contagió la pasión por la bicicleta».
Semana trágica para la cocina, despedimos a otra gran figura de la culinaria mundial. DEP.