El templete, epifanía del Atlántico de Tenerife

Los hermanos Barrera (José y Miguel) y su socio, el chef Javi Darias, han logrado, en poco más de 10 años, ser referentes absolutos en la isla.

Xavier Agulló

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El sabor atlántico de Tenerife reside en El Templete, en El Médano, aunque su ubicación y su look no te llamen la atención en una primera mirada. El segundo vistazo, sin embargo, se va al gran display de pescados y mariscos locales frescos al lado de la barra, y es entonces cuando empieza la fiesta pelágica que José y Miguel Barrera (sala) y Javi Darias (chef) estallan en el plato y el mar tinerfeño brilla y vibra…

 

El Médano, a 45 minutos de Santa Cruz camino Sur, es, además de uno de los hot spots para surfers de todo el mundo, el mágico lugar presidido por la montaña roja, un volcán que, en los 70’s del pasado siglo, fue localización de una de las experiencias OVNI más espectaculares en la historia de la ufología española. Es por ponerle background al sitio…

Sama. Foto: Xavier Agulló
Sama. Foto: Xavier Agulló

Porque de lo que vamos a hablar hoy es del tercer (el orden es aleatorio) vector de El Médano, que no es otro que la gastronomía marina; vale decir, El Templete. Los hermanos Barrera (José y Miguel) y su socio, el chef Javi Darias, han logrado, en poco más de 10 años, ser referentes absolutos en la isla en la gestión, cocción y mimo de la riqueza marina tinerfeña. Y hasta más, porque sus papas antiguas (La Esperanza) son extraordinarias (control propio) y, oye, sus mojos, el verde y el rojo… De ellos reclamó Albert Adrià que “deberían ser Patrimonio de la Humanidad”. Ya vas entendiendo, ¿no?

Papas negras. Foto: Xavier Agulló
Papas negras. Foto: Xavier Agulló

El expositor marino no miente: viejas, medregal, cabrillas, chicharros, camarón, sama, atún, proveedores locales y amigos… Todo de allí enfrente, en el gran azul. Estamos, no obstante, en una especie de plaza de centro comercial (el mar se encuentra a no más de 100 metro, eso sí) que no luce para Instagram, ni falta que le hace. Esa terraza, que compartí sin freno con Ángel León, no necesita nada más que lo que hay en el interior de la cocina, que es el reflejo especular del mar.

Morena. Foto: Xavier Agulló
Morena. Foto: Xavier Agulló

Si vamos al asunto, aunque las posibilidades aquí son muchas (al vaivén siempre de la temporada), deberemos empezar con el queso frito, de La Gomera, ahumado, cabra y oveja, disloque de texturas. Pero acaso la verdadera iniciación a El templete sean los chips de morena, que no sé si los he comido mejores: frito perfecto, erotismo interior, limpieza, intensidad. Las papas arrugadas con esos mojos inexplicables… Lapas, lapas. En ese colorido mojo verde. Y ahora el pulpo (insobornable cocción) ebrio de aceite picante. Acabando con la sama, de impecable factura, con toda la expresividad atlántica.

 

Habría mucho más, tanto como los pescados que llegan cada día al restaurante. Me quedo con las ganas del cherne…

 

Si quieres, quesillo con nata, “bienmesabe”, leche asada con miel de palma o sorbetes de frutas ensoñadores.

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