La cocina tradicional catalana ya tiene marca. No es una cuestión de escaparate -que también-; tras el logotipo presentado ayer (en la foto) se esconden nueve años de trabajo en los que, primero, un detallado estudio científico definió qué platos y qué productos son los de la tierra; luego se plasmó en un corpus que va camino de superar las 1.000 recetas autóctonas; en una tercera fase se seleccionaron qué restaurantes cumplían los requisitos mínimos para merecer la distinción (al menos el 40% de la carta debe ser casolana, es decir, las recetas deben aparecen en el corpus) y, por fin, se creó la imagen: una ce mayúscula acompañada por una cuchara que hace las veces de signo de admiración.
«Todo comenzó -explica Pepa Aymamí, impulsora del titánico proyecto- cuando hicimos una encuesta en la que descubrimos que los comensales solo conocían la mitad de los 100 platos catalanes que se ofrecían en los restaurantes. Era grave y por eso decidimos dar este paso». Es la primera vez que una marca cobija el patrimonio culinario catalán, lo que además ayuda a conservarlo y difundirlo.
Ya son más de 90 los restaurantes, pastelerías y tiendas gurmet que se han unido a la iniciativa, promovida por la Fundació Institut Català de la Cuina y que cuenta con el apoyo de instituciones públicas y privadas. El logotipo está visible en las entrada de los locales y en las cartas.
Fuente: Artículo publicado hoy por Ferran Imedio en El Periódico de Catalunya.