Una joyería desata la fiebre del oro comestible en los fogones – Redacción

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Oro comestible
Oro comestible

La firma marbellí Gómez & Molina ha lanzado una línea de este metal precioso en viruta para utilizarlo como ingrediente decorativo o realzar el color dorado del champán.

Una de las joyerías más prestigiosas de Marbella ha decidido sacarle partido a la última moda de los grandes chefs: utilizar polvo de oro como rúbrica en sus recetas más exclusivas. De hecho, maestros como Juan Mari Arzak, Ferran Adrià o Dani García (inventor del caviar granadino de Riofrío con lingote de oro de aceite de oliva) han impulsado este hábito.

La clave del éxito de Gómez & Molina Joyeros ha consistido en poner al alcance de cualquier bolsillo este exclusivo ingrediente, al convertirse en el primer establecimiento español que ofrece oro comestible para usos culinarios.
El producto se presenta en un dosificador similar al de un perfume de lujo, con una capacidad de 100 miligramos del metal en viruta y un precio que ronda los 50 euros.

Clientela

Una amplia clientela de españoles, británicos, alemanes o rusos ya se han acercado a los establecimientos de esta cadena. «El revuelo ha sido enorme», indica Marina Gómez Molina, copropietaria de la joyería. Añade que han recibido pedidos de toda España. El oro alimenticio (que distribuye Golden International Distribution) está pensado, en principio, para darle un toque superior y asombrar a los invitados realzando el postre, «aunque algún cliente ya ha comentado que lo usará sobre un gazpacho bien frío». Otra de sus virtudes es que, a pesar de la discreta capacidad del dosificador, es más que suficiente para un evento de doce personas.

«El oro, como aditivo colorante, está permitido tanto por la Unión Europea, como en Estados Unidos», señala la empresaria. De hecho, los habitantes del Antiguo Egipto e India ya añadían sales de este mineral a sus platos, pues pensaban que simbolizaba la fortuna. Los chinos, por su parte, le atribuían cualidades saludables y creían que podía alargar la vida.

En cualquier caso, el oro es un aditivo de sabor neutro que no tiene aroma, ni estimula el paladar. Aun así, la fascinación que provoca este metal dorado ha sido bien aprovechado por esta empresa familiar, cuyo origen se remonta a 1969, año en el que abrió su primera tienda en el Hotel Meliá Don Pepe de Marbella. En la actualidad, tiene otros cuatro establecimientos.

Fuente: Juan Alberto Gómez, Expansión