Dos espléndidos tintos recién presentados certifican el ascenso y la proyección de futuro de El Maule, el valle vitivinícola más extenso de Chile. Veinticinco años atrás, crecía bajo la nube negra del volumen, de los vinos a granel sin D.O. para vender alrededor del mundo. Bajo este estigma nacería en el valle Viña Terranoble. Cinco años más tarde y 250 kilómetros al norte, en el más prestigioso Valle del Maipo, se fundó Viña Odfjell. Ironías de la vida, las bodegas cumplen respectivamente 30 y 25 años y lo celebran con grandes vinos cien por cien del Maule. Estas son sus historias.
Raíces del Maule, volver al territorio
Por mala casualidad, la presentación de Raíces del Maule 2022, el nuevo gran tinto de Viña TerraNoble, tuvo lugar el día más frío de julio de 2024. Los invitados, sin estufas suficientes, probaron diez vinos aún sin embotellar rodeados de tinajas de greda y cerámica, huevos de cemento y cubas invertidas o cuadradas. En esta cocina, el sueño de sus enólogos, la idea era mostrar la diversidad de cepas viejas del territorio. La base de lo que puede ser Raíces del Maule 2024.
En este recorrido por viñedos viejos, el valle vitivinícola más grande de Chile se aleja de los primeros años de TerraNoble tanto como los nuevos juguetes se alejan de la bodega inicial, con barricas de madera y tanques de acero como protagonistas. Entonces, sus técnicos salieron del Maule a lo seguro, a plantar viñedos propios en Casablanca con variedades como pinot noir y sauvignon blanc, y merlot y carmenere en Colchagua.
Marcelo García, enólogo jefe de TerraNoble, no estaba en aquellos inicios. Piensa que, en en esos años, “con lluvias más intensas que hoy, el manejo de la tardía carmenere sobre suelos arcillosos debió haber sido muy duro”. También piensa que el nacimiento del colectivo Vigno y sus carignan del secano de parras viejas subió la valoración del Maule. “Hasta entonces era visto como origen de vinos a granel; de viñedos sin cuidados”.
Con el nuevo protagonismo de la carignan, recuerda Marcelo, “empezaron otras bodegas de todo Chile a ver el potencial. Ha habido gente que se ha dado el tiempo de recorrer y encontrar”. Varios enólogos de proyectos chicos, vinifican las uvas que compran a pequeños productores en la bodega de TerraNoble. Marcelo y su equipo hacen lo mismo. “Llevamos cinco años viendo pequeños productores y vinificado sus uvas. Ver lo que hacían nos dio la apertura de mente para hacer otras cosas. Derek Mossman, de Garage Wine Co, nos ayudó a conocer lugares muy especiales. No somos competencia, tenemos una amistad”.
Este trabajo buscando y probando uvas de viñedos de más de 50 años “tiene que ver con empezar a respetar el Maule. Aquí, el cambio climático ha ayudado y hemos tenido temporadas mejores que antes. Hay potencial en el valle”, cuenta Marcelo, que matiza: “nos ha jugado en contra que el precio promedio de los vinos chilenos siga siendo bajo. Como cumplíamos ahora tres décadas, Raíces se hizo mirando al futuro. Estábamos en deuda con el valle”.
Calidad en El Maule
Hasta entonces, el Disidente del Maule (carignan, mourvèdre y garnacha) era el vino del Maule más alto de TerraNoble.
Raíces del Maule 2022 es una mezcla tinta de gran fuerza y estructura. Posee un 42% de uva de un viñedo de cabernet franc de Linares plantado en 1960; un 41 % de cabernet sauvignon de Cauquenes injertado sobre una país (país es la cepa más antigua de Chile) de 1920. Un 5% más es carignan de la zona costera. El resto (10% carmenere y 2% merlot) proviene de campos propios en San Clemente, a pie de los Andes, plantados en 1994. Crianza en madera fue en fudres de 2.000 litros, barricas entre 400 y 600 litros y un 5%, en ánforas de cerámica.
«Los viñedos antiguos te llevan al equilibrio, es la gracia del Maule…No queremos movernos de aquí. Cada vez nos gustan más sus vinos frescos… Su acidez, los taninos… Raíces va a tener potencial largo, vamos a estar conversando varios años sobre cómo va ir evolucionando en la botella”, dice su enólogo.
Zippora, un tesoro buscado
El lanzamiento del gran vino nuevo de Viña Odfjell, Zippora 2019 del Maule, fue en un día soleado, en la moderna bodega de la viña ubicada en el sector Entre Cordilleras del Valle del Maipo: Un lugar de suelos profundos, fríos, a diferencia del más prestigioso Maipo Andes, conocido por sus terrazas de aluvial y buen drenaje.
Diseñada por Laurence Odfjell, la bodega, con el 70% de su estructura bajo tierra, fue diseñada hace 25 años para la vinificación gravitacional. Hoy tiene una juguetería completa de recipientes de fermentación y guarda. Nos llamó la atención, al llegar al campo, que ya no existían los viñedos originarios al lado del edificio. Se arrancaron. A su lado, en un nuevo sector, vimos recién plantadas viñas de syrah y malbec, variedades que antes no estaban.
Fue Laurence quien, repasando la historia de la viña que fundó su familia, contó que el primer error que cometieron (eran armadores de barcos noruegos sin experiencia en el mundo del vino) se lo hizo saber su asesor, el gurú norteamericano Paul Hobbs. Estaban apenas en la segunda cosecha cuando les dijo: “El vino se hace en el campo, deben buscar lo mejor para justificar la bodega que construyeron”.
En aquella conversación en el año 2000, recuerda Arnaud Hereu, ex enólogo jefe de Odfjell, Hobbs les aconsejó: “Si quieren destacar y no hacer lo que los demás, deben salir a buscar uvas únicas”. Eso hicieron. Ese mismo año, el francés Hereu dio con viejos viñedos de carignan en el Maule; el cómo es un secreto. Más tarde, junto con Odfjell, sería uno de los fundadores del colectivo Vigno. En ese andar, Laurence creyó tanto en lo que Hereu le dijo en mitad de la vendimia 2003, que pidió comprar. “Tenemos un monstruo en la bodega”, fueron las palabras que escuchó el noruego al teléfono.
El monstruo, de un color violeta profundo, venía de un campo de secano llamado Tres Esquinas prácticamente abandonado; sin riego ni uso de pesticidas químicos. Con ocho hectáreas de carignan y sauvignonasse, se presume que sus viñas superan los 100 años. Tras la compra, en 2006 plantaron pensando en la certificación orgánica cabernet sauvignon, carmenere, mourvedre, tannat, tempranillo y petite sirah o durif. Con cada una de ellas comenzaron haciendo potentes vinos monovarietales para su línea Orzada.
El valor de la mezcla
Cuenta Hereu desde Kazajistán, donde está vendimiando ahora, que fue su asistente, Francisca Palacios, quien le animó a hacer una mezcla. Él temía que los taninos de cada variedad se potenciaran aún más entre sí, «pero se complementaron”, me cuenta por WhatsApp. La mezcla, ya certificada como orgánica, terminó uniendo todas las variedades de Tres Esquinas. Un 34% de carignan centenario, 22% de carmenere, 18% de tannat, 10% de tempranillo, 8% de cabernet sauvignon y 8% de petite syrah. Un ensamblaje inédito de extrema fuerza y elegancia. Fermentado con las levaduras de las propias uvas (nativas), se guardó dos años en barricas grandes de 500 litros, y un 18% en esferas de cemento llamadas galileos.
Francisca Palacios, actual enóloga en jefe de Odfjell, subraya que el ensamblaje superó el resultado de cada variedad por separado: “es el campo en una botella”, dice. Las variedades mediterráneas como carignan, mourvedre, tannat y petite sirah, son las que mejor se han adaptado a esta zona entre las Cordilleras de la Costa y Andes. “Les gusta mucho el sol y resisten las sequías de mejor manera. Sus uvas llegan a una perfecta madurez tánica y aportan balance en boca, acidez, redondez y mucho más frescor. Por eso llegamos a este vino”, dice.
En cambio, al cabernet sauvignon y carmenere, cepas bordelesas, les cuesta más llegar al final de su madurez «porque aquí el clima es muy estresante para las plantas en general. Sus vinos tienen una elegancia y profundidad distinta que otras zonas. Necesitan mucha guarda en barricas y botella para llegar a ser finos, delicados y redondos”, añade Francisca Palacios.
Laurence no puede dejar de destacar hasta dónde han llegado con Tres Esquinas sin pensar en el futuro. “El mundo está pasando por tiempos complicados. El tema agua nos va a afectar en las decisiones de dónde plantar. Más y más importante, será que tengamos conciencia sustentable. Cada año los vinos de Tres Esquinas en el Maule son mejores” comenta. “Es un camino a otro nivel. Nunca hubiéramos alcanzado esto en Maipo”. Visiblemente emocionado, casi quebrado, dijo: “Es impresionante ver dónde estamos y de dónde partimos. Ver dónde nos ha llevado la naturaleza”.
Emociona verdaderamente lo que ambas bodegas han aprendido; el salto que ha dado el extenso Valle de Maule en solo treinta años.