José Luis Gómez, viticultor: "De las historias traumáticas me interesa lo que allí nace"

José Luis Gómez, carismático pionero de los vinos naturales en Chile, resistió el incendio de 2017 y las inundaciones de 2023. Hoy comparte un mensaje de resiliencia y esperanza con quienes enfrentan el fuego en los campos de España

Mariana Martínez

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Las imágenes difundidas en redes sociales de la centenaria bodega desplomada por la fuerza del río sobre las botellas llenas rompían el alma. El segundo golpe de la naturaleza llegaba justo cuando José Luis Gómez comenzaba a sacar la cabeza de las cenizas tras el incendio forestal más devastador de la historia reciente de Chile, que afectó una superficie de 570.000 hectáreas. La primera cicatriz quedó en el verano de 2017, cuando las llamas devoraron parras de uva país con más de 200 años de historia.

 

Hoy el lugar luce más verde que nunca, con jóvenes de pueblos vecinos ávidos de reconectar con sus tradiciones. El proyecto enoturístico, aún en construcción, no ha perdido pizca de su original calidez. “Faltan seis de los diez años que soñamos para terminarlo”, dice José Luis, uno de los líderes del movimiento de vinos naturales en Chile, con un brillo en la mirada muy distinto al de aquel invierno de 2023, cuando el río se desbordó. Del pasado doloroso prefiere no hablar.

 

Eres descendiente del poeta que da nombre a la estación de tren más cercana a tu bodega, justo del otro lado del río. ¿Cómo llega tu familia a este lugar?

 

“Yo soy Gómez Bastías. Los Gómez llevamos viviendo 300 años en ese lugar. Por la historia que me cuenta mi papá, y que le contó su abuelo, los Bastías subieron por el río Maule, desde la costa de Constitución, en 1747. Uno de los hermanos fue Francisco Bastías, el abuelo del poeta Jorge González Bastías. Por eso se le pone su nombre a la estación de trenes en 1955”. 

 

Tu familia siempre hizo vino acá, pero tú fuiste el primero en embotellarlo, ¿Cuándo? 

 

“En 2007. Mi papá hacía vino y lo vendía a granel en Constitución. Desde los 4 o 5 años lo acompañaba. Lo llevábamos clandestino. Vendíamos vino, carne, fruta; todo producido en el campo. Ese era el pueblo donde se vendían los productos del ramal, la línea del tren que se abre desde el valle central hacia la costa (en este caso desde Talca a Constitución, con 11 estaciones). A los 10 años empecé a apretar la tijera. Eran muy duras y había que tener fuerza para cortar las guías gruesas del país. Tenemos parras de 200 años y son gigantes. 

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José Luis Gómez es un pionero. «Veo las cosas antes», dice acerca de los vinos naranjos y naturales que él hace por influencia de sus mayores.

Y el vino, ¿Cómo se hacía? 

 

“Acá se hacía en zaranda (mesa despalilladora formada por palos de bambú o coligues). Hasta 1996 o 97 no tuvimos luz eléctrica. Hacíamos todo manual. Tú naciste con luz eléctrica; nosotros no”. 

 

Te educaste en internados y no quisiste ir a la universidad. ¿Tenías claro que te querías quedar en el campo?

 

“Siempre quise quedarme, pero mis papás nos impulsaron a los siete hermanos a que nos fuéramos a la ciudad. Soy el único que se quedó. Tuve doble vida entre ciudad y campo mucho tiempo, hasta que definitivamente me quedé”.


¿Cuál fue la motivación para quedarte?

 

“No te puedo dar una explicación clara. La emoción, el arraigo; todo está dentro de mí. Siempre he querido llevar estos vinos de agricultura campesina, a un nivel que sea lo máximo: a nivel dios. Puedo morir mañana porque lo he logrado. Cuando yo pretendía embotellar sabía que los vinos podían viajar, soñaba eso. Entonces, apenas había salido de Santiago. Ahora viajo a vender mi vino fuera de Chile al menos una vez al año.

 

 ¿De dónde nace esa visión? 

 

“Yo creo que siempre he visto las cosas antes que ocurran. Y siempre ha ocurrido todo, todo lo que te puedas imaginar”. 


Como por ejemplo…

 

“Dije: voy a hacer vino naranjo y de cepa país, y ahora voy a hacer un vino amarillo con velo de flor. O sea, los hago desde siempre, pero todo el mundo ahora está con la onda de los naranjos y del velo de flor. Algunos a los que no les gustaba el vino natural ecológico, ahora son ecológicos y naturales. Los mismos que odiaban la cepa país, hoy la aman. ¡Es fantástico! Todo eso, yo lo vi. Ahora me siento feliz de haber sido uno de los Quijotes junto a Louis Antoine (Luyt) y a los demás que estuvieron. 

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Arrojo y amor por la experimentación son dos de las características de José Luis Gómez como elaborador de vinos.

¿Cómo defines tus vinos naranjos? 

 

“Seguro muchos los han probado varias veces y ni sabían. Es un vino de uva blanca fermentado con su piel; lo hacía mi abuelo 50 años atrás. No lo inventamos nosotros, lo hicieron los georgianos hace 8.000 años. Mi abuelo lo dejaba seis meses dentro de una tinaja y la tapaba con barro. Se robaba el vino y echaba piedras a la tinaja para que no se oxidara y no se viera que se lo estaban tomando. Así vi el primer naranjo de la rosa torontel, de blanca Italia; yo era chico y cuando se lo tomaban. Parecía Bilz (bebida gaseosa). Era más rojo que el país rojo que tengo ahora, pero más brillante. Lo sacaban en septiembre. No es fácil, para poder hacer un buen naranjo hay que equivocarse muchas veces”. 

 

¿Qué más estás haciendo hoy, entiendo que ya sumaste 15 vinos diferentes?

 

“Sumé un cabernet franc sin madera 2024 y ahora estoy en un carmenere 2025 igual, pronto saldrá un Asoleado que tengo guardado desde el 2016, y planté un poco de viognier y garnacha. Si hoy quiero hacer un producto, antes habré probado todos los vinos que haya. Es una locura cuando alguien cree saberlas todas. Eso no existe y por favor los que hagan vino, sáquense el ego, prueben todo, compartan experiencias… 

 

¿Qué te molesta del ego? todos tenemos que tener uno, ¿O no?

 

“Sí, qué bonito. Aunque yo lo tengo y mucho. Claro, porque también tengo la convicción de que esto lo voy a llevar al nivel máximo, aunque sean vinos campesinos, porque eso va a representar un lugar; va a ser potente como país. Cuando viajo, no viajo por mí, no soy José Luis. Soy San Javier, Maule, Chile; soy país, soy naranjo… Sí, te digo, me hubiera gustado que esos grandes egos hubieran aprendido de chicos a observar más. 

 

¿Cuál es la importancia de observar?

 

La observación permanente de lo que pasa en tu entorno, en la tierra, cómo va cambiando el clima. Hoy día mueren por el cambio climático, eso ha ocurrido por 320 millones de años. Los seres humanos nos hemos triplicado desde los últimos 100 años. Entonces, ¿Qué esperan? Contaminamos todos los días… Hay veganos que beben Coca-Cola en botellas plásticas. ¡Les importa un huevo! 

 

Cambiando de tema, la nueva casa de González Bastías para recibir visitas, con vista al viñedo que en 2023 quedó bajo el agua, está preciosa; ¿Es tu obra o de Daniela Lorenzo, tu pareja, agrónoma, fundadora del bar de vinos Bocanariz?

 

“Eso es 100% José Luis. Me faltan seis años para concretar el proyecto. Con la Dani nos conocimos en 2013 y de ahí caminamos juntos. Es fundamental en un ser humano conocer a alguien con quien puedas compartir una vida… Aunque hemos sufrido harto haciendo… También esas cosas han sido parte de la vida.

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El sector de vinifcacion y guarda de la bodega quedó bajo el agua en 2023, hoy lo van reconstruyendo de a poco.

Me imagino que parte de esas experiencias dolorosas son el incendio de 2017 y la inundación del 2023… 

 

“No quiero hablar de eso. De las historias traumáticas lo que me interesa es lo que allí nace. El mejor ejemplo: ¿Qué pasó en la pandemia? Hay un antes y un después. Pasaron cosas. La gente se atrevió y ¡Guau! El mundo cambió”. 

 

¿Cómo los cambió la pandemia?

 

“Ha sido un despertar. Lo que estamos haciendo, no lo imaginé. Mi función hoy es una locura con respecto al enoturismo, y la Dani está en otra área totalmente diferente, y me encanta”.

 

¿Cuál es tu sueño hoy? 

 

“Quiero que aquí, en el último lugar del planeta, haya un bar de vinos de nivel dios, que esté al nivel de cualquiera en Europa. Para lograrlo siempre he dicho que el tercer destino de Chile es el ramal. Es el último que queda y se está haciendo una transición después de 65 años. Se cambiaron los trenes. Todavía no empiezan a funcionar, pero ya llegaron. Los ojos están puestos ahí y la inversión. Así que ojo con eso…

 

¿Qué le dirías a quienes han sido afectados por los incendios este verano en España?

 

Primero los pensamientos pasan por tu cabeza, quieres ver al culpable de lo que pasó: Gobierno, sistemas de emergencia que no previeron antes lo que pasaría. ¡Mil cosas! Pero después de un rato tu cabeza va a lo práctico; cómo solucionarás tu situación y cuál es el camino a seguir. Para eso, tu fortaleza mental y la experiencia de otros episodios te ayuda a enfrentar el problema con decisión y mucha resiliencia. Todo, con la preocupación por el patrimonio; el legado familiar. La región y la pasión dan fuerza para seguir. Existirá dolor por las pérdidas humanas, animales, patrimoniales y naturales. Pero la naturaleza renacerá: en dos años volverá el verde que devolverá la esperanza. 

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