Público, más que un wine bar de guardia

La nueva apertura de PanteaGroup consiste en una fuerte apuesta por los vinos, pero también por el producto a las brasas y elaboraciones que reflejan la tradición

Iker Morán

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Con casi 200 referencias de vino que, además, pueden comprarse para llevar a casa dentro de su amplio horario, parece lógico pensar en el nuevo Público como un estupendo wine bar que acaba de abrir sus puertas en la calle Enric Granados 30 de Barcelona. Pero basta asomarse al local y sentarse en su barra frente a la cocina abierta para entender que es algo más y que lo de “taberna gastronómica & wine bar” que luce en su definición oficial puede sonar un poco petulante, pero describe perfectamente el concepto.

 

Una propuesta muy polivalente que juega con diferentes espacios y aspira a ser ese lugar en el que ir a comer algo rápido al mediodía si se tercia, tomar una copa de vino con algo para picar a media tarde o planear una cena gastronómica. Todo ello con una carta bastante corta en la que, de nuevo, cada comensal puede elegir su camino: apuesta decidida por el producto sin muchas complicaciones o bien platos más elaborados.

 

Al frente de la cocina está Edgar Martínez, con un notable curriculum en grandes casas del país (Arzak, Dos Palillos…) y que en Barcelona puso en marcha el estrellado Xerta. Se acaba de incorporar al proyecto de PanteaGroup, que en este mismo local tenía Sumac & Mambo, un animado restaurante de cocina de oriente medio donde, la verdad, se comía bien.

 

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Edgar Martínez se ha puesto al frente de la cocina de Público

Pero ahora se trata de elevar el listón gastronómico con un cambio de rumbo, nuevo jefe de cocina y, en el horizonte del grupo, la apertura en la nueva zona gastronómica del Port Olimpic de Barcelona de un restaurante con los Hermanos Torres.

Precio según mercado

 En pleno rodaje tras su apertura hace pocas semanas, hay todavía margen para ajustar tiempos de sala y también la filosofía de cocina, que en cierto modo tendrá que elegir un discurso preferente entre el producto y las brasas como protagonistas o los platos más elaborados. La verdad es que el espacio, el ambiente y la propia oferta disponible en la zona invitan a apostar fuerte por la primera opción. Y dejar que los pescados y carnes que se muestran en la entrada -donde incluso hay un vivero con langostas- luzcan en todo su esplendor.

 

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Los platos más elaborados, como estos calamares rellenos de butifarra, también tienen su espacio en la carta.

Empezamos muy bien con un steak tartar magnífico: buena carne cortada a cuchillo y aderezada con el justo toque de picante -siempre hay tiempo para subirlo- y condimentada con sriracha en vez de Tabasco. Servido sobre un brioche con mantequilla ahumada (de RooftopSmokehouse, nos cuentan) es un gran bocado.

 

Otro clásico, la ensaladilla, se versiona apuntando alto con una combinación de patata y verduras en su punto a la que se añaden mejillones escabechados en la casa -la propia salsa se usa como condimento del conjunto- y alguna gambita salada para rematar.

 

Ya dentro de la variedad de platos más potentes, el parmentier –finísimo y cremoso, trabajado con paciencia en esa cocina abierta que permite ir viendo todo lo que ocurre- con huevo y acompañado de un pequeño filete de foie a la plancha obtiene un notable. Más dudas tenemos con las cocochas servidas sobre un falso risotto con trigo y salsa verde. Está rico, pero roba innecesariamente protagonismo a un producto tan magnífico como esas piezas de bacalao, jugosas y con un punto salado que no molesta.

 

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Buen producto y brasa, uno de los pilares de este proyecto.

Quienes busquen platos de guiso y cuchara, ojo a los calamares rellenos de butifarra (de Cal Rovira, excelente proveedor de carnes de cerdo), con setas y crema de alubia (fesols) de Santa Pau. Un clásico bien confeccionado, aunque nos preguntamos si eliminando alguno de los elementos que componen el plato se dejaría que el resto lucieran más. Lo de menos es más que tanto se repite en cocina últimamente.

 

De todos modos, quienes vayan en esa línea siempre tienen la opción de echar un vistazo a la selección de pescados y mariscos y apostar por las brasas. El precio, claro, según mercado.

 

Tienda de vinos

 Ese dinamismo de la carta en función de temporada o lonja, se potencia a la hora de beber. Pero casi mejor que repasar la larga carta en formato electrónico, repasar la estantería de vinos o dejarse aconsejar por la selección de copas del día.

 

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Los vinos se pueden comprar para llevar o consumir en sala pagando un pequeño descorche

Xavi Nolla -por allí están sus interesantes Vins de la Memòria– es el encargado de esta selección, con precios muy bien ajustados. A lo marcado en botella para quien se lo quiera llevar a casa solo habría que añadir 8 euros de descorche para poder disfrutarlo en la sala.

 

Una modalidad interesante. Los precios nada disparados animan a probar y, como bien apuntan en Público, estar operativos hasta las 23:00 horas cada día para venta de vinos les convierte en un wine bar de guardia en el centro de la ciudad que merece la pena tener siempre presente.

 

Todavía con detalles que ajustar tras el arranque, el espacio y la propuesta tienen potencial para hacerse un lugar en la zona y, como sus propios responsables reconocen, tomar el relevo del desaparecido Monvinic.

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