Cecilia Prat (Sinzero): Yo digo que no compito con el vino

La cofundadora y directora de Sinzero, marca chilena de vinos desalcoholizados, recuerda que "el consumidor quiere vivir experiencias, pero sin el efecto del alcohol"

Mariana Martínez

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La agrónoma Cecilia Prat recibió una sorpresiva llamada a mediados del año pasado. Había sido seleccionada entre 1.200 postulantes para recibir el premio Mujer Empresaria 2024, otorgado por Scotiabank Chile. Cecilia, junto a su marido Andrés Duval, habían encontrado en 2017, sin proponérselo, el motor que los llevaría a desarrollar un producto nuevo y escalable. A la venta ya en ocho mercados, su marca Sinzero es una innovadora familia de vinos tranquilos y espumantes catalogados como desalcoholizados, por debajo de 0,5 o incluso con 0,0 grados de alcohol.

 

Según el informe de Global Alcohol Beverage, el mercado mundial de bebidas bajas en alcohol ha venido creciendo desde 2020 en un 8% al año. Una tendencia que se debe al cambio en los hábitos de consumo de las nuevas generaciones. Conversamos con Cecilia para entender este nuevo nicho que, más que competir, abre nuevas oportunidades a una industria que no vive su mejor momento.

 

¿Cómo surge la idea de hacer vino desalcoholizado?

 

«Fuimos con Andrés a un viaje de verano por Inglaterra y España. Él estaba sin tomar y lo clásico; buscaba cervezas sin alcohol, y encontramos también vino. Me dijo: pero tú eres agrónoma, ¿No sabías que había vino sin alcohol? Yo no tenía idea. Buscamos todo lo que hubiera sin alcohol y, de regreso, empezamos a averiguar qué pasaba en Chile. Acá estaba el Invicto, que ya no existe. El otro, de Viña Miguel Torres, era un Natureo syrah y un sauvignon blanc. Resultaba muy complejo encontrarlos. Ahí ubicamos a Paula Bottero. Ella es socia y enóloga de Bottero Wines y muy metódica. Lo que necesitábamos. Hicimos las primeras pruebas en septiembre del 2017 con lo que ella conocía, que era el sistema de ósmosis inversa».

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Andrés Duval, pareja de Cecilia Prat y cofundador de Sinzero, proyecto que surgió durante un viaje a España en 2017 en el que él no podía beber alcohol.

¿Con qué producto comenzaron?

 

«Dijimos: partamos por el más difícil, cosa que después todo venga más fácil. Usamos 3000 litros de cabernet, un vino tinto que al desalcoholizar quedó muy duro y ácido. En la ósmosis con el agua remueves el alcohol a través de una membrana, pero gran parte del agua que utilizas permanece, de forma que el vino queda más diluido. Nos quedó malo, malo. Contratamos una empresa para concentrarlo. De nuevo quedó horrible. Lo habíamos envasado, pero no podíamos salir con eso. Ahí partimos con otro proceso; el de conos rotatorios o spinning cones, que mantenemos hasta hoy».

 

¿Qué se logra con los conos rotatorios?

 

«Permiten rebajar el alcohol a lo que tú quieras. Con el calor de las últimas vendimias, se pueden rebajar a 12 grados de alcohol vinos que tenían 15. Muchos bajan hasta 8. Nosotros lo hacemos hasta 0.5 y 0.0. Es lento el proceso. Te entregan el vino y aparte, también en estado líquido, los aromas. Paula reincorpora una pequeña fracción de estos alcoholes aromáticos».

 

¿Puedes incorporar más aromas y otras cosas para mejorar el resultado final?

 

«Sí, pero nosotros queremos trabajar lo más sincero y honesto posible. Chardonnay, Cabernet y espumantes: cada uno viene con su aroma. Solo agregamos algo de azúcar, no más de 30 gramos por litro, para lograr más equilibrio. Y gasificamos los espumantes. Ahora tenemos además un desalcoholizado que es 0,0. Resulta más plano a nivel de aromas y livianito, y tampoco agregamos nada que no venga del mismo vino. Lo creamos porque descubrimos que había un subgrupo de gente a la que los vinos con 0,5 grados le generaban problemas».

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La gama de vinos de Sinzero comprende vinos desalcoholizados tranquilos de distintas variedades, y espumante sin alcohol.

¿Quiénes prefieren 0,0 de alcohol?

 

«Personas que tienen alergia al alcohol, personas de religión musulmana, embarazadas. El otro día en la feria Food and Service de Santiago, nos cuenta un señor que porque su hija estaba por morir, prometió no probar más una gota de alcohol. Se llevó todas las cajas del 0,0. Ahora andamos con el proceso de certificación Halal para el mundo musulmán, que no permite ni una traza de alcohol. Ahí se me abren las oportunidades en Emiratos Árabes, Singapur, Malasia… En esta categoría sin nada de alcohol hay ya whisky, tequila, vodka…»

 

¿Cómo lo logran?

 

«Hay dos metodologías. Una es cuando el producto tiene alcohol y tú se lo retiras. Otra cosa son los productos que nunca tuvieron alcohol, que se elaboran generalmente con ingredientes artificiales. El ardor del alcohol, por ejemplo, se simula con ají. El sentido de esto es que la gente busca vivir experiencias sociales, pero sin el efecto del alcohol«.

 

¿Cuál es tu argumento de venta?

 

«Tengo claro que quien no lo necesita, no lo compra. Al revés; yo digo que hay una infinidad de bonitos vinos, si usted puede tomar vaya y disfrútelos. Cuando le diagnostiquen presión alta, diabetes o intolerancia al alcohol, acuérdese de nosotros. Los que no pueden tomar son la gente más agradecida… Mi otro público es el que dice: no quiero tomar más porque me lo he tomado todo. O como mi hija de 22 años, que se lleva Sinzero espumante para el Aperol Spritz, porque como baja la cantidad de azúcar y de alcohol puede tomar tres en vez de uno».

 

Es tendencia mundial ese nuevo público que sí puede, pero no quiere tomar alcohol.

 

«Digamos que son más razones de principios. Por ejemplo, el vegano o el que busca lo orgánico no toma alcohol. La chica que hace yoga y tiene este concepto de salud y bienestar tampoco; lo ve como una toxina en su cuerpo. También puede que no guste el olor o sabor del vino».

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Andrés Duval y Cecilia Prats durante una edición de la feria internacional ProWein. Prat es consciente de que hoy por hoy, conquistar el mercado internacional es crucial para el éxito de su proyecto.

¿Qué es lo más difícil de tu categoría?

 

«Que la gente se atreva. En Chile existe mucho ninguneo. Te dicen: ¿Cómo va a ser vino? o ¿Para qué comprar algo que no tiene alcohol? Yo digo que no compito con el vino. Por otro lado, se acerca quien te dice: gracias, porque con esto soy parte».

 

Uno podría pensar que tu mercado es muy específico, y debes sí o sí salir a exportar.

 

«En eso hemos estado, es fundamental. Andrés comenzó solo. Yo me pude sumar al proyecto a mediados de 2020. Partimos con 500 cajas del cabernet. Ahora son 80.000 y acabamos de lanzar Sinzero en lata. Estamos en siete mercados y recién llegamos a Uruguay, donde nació hace poco la categoría de desalcoholizados. ¿Vino chileno entrando a Uruguay? Difícil y mercado chico, pero bueno, hay gente que no toma. Estamos en Amazon y en Walmart Marketplace en Estados Unidos, donde no pueden estar los vinos tradicionales. En Canadá le vendo al monopolio y también directo a los supermercados. Canadá tiene tiendas específicas de debidas sin alcohol. Vendemos mucho durante las dos grandes campañas contra el alcohol; el dry January (enero seco), y el sober October (octubre sobrio)».

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Los vinos de la gama de Sinzero se están envasando también en lata.

¿Cómo ves la demonización del alcohol? En Estados Unidos empiezan a alzarse voces reclamando, por ejemplo, que se usen etiquetas de advertencia en los alcoholes por su relación con algunos tipos de cáncer.

 

«Yo creo que la gente va a tomar siempre. El hecho de que se esté optando por bebidas con menos alcohol va de la mano de lo que estábamos hablando. Pienso que la gente va a seguir tomando vino rico, pero para quien no puede tomar, ¡ahí está Sinzero!»

 

Acabas de ganar el premio Emprendedora de Scotiabank entre 1200 postulaciones, ¿por qué crees que te eligieron?

 

«Creo que gusta el concepto de sacar cosas novedosas, saludables, y el promover también la imagen país, porque Chile es conocido por el vino. Pero debo decir que es poco el espacio que se nos da. En Holanda, el agregado comercial de la Embajada de Chile nos conoció y cada vez que tienen que exponer productos de Chile, nos resaltan por innovadores. Pero es la excepción. Entonces, yo digo que, si la industria del vino está afectada por la baja en el consumo, hagamos algo en conjunto. Concha y Toro sacó los vinos con frutas de 8 grados. En España ves los tintos de verano en botellas de tres litros gasificadas. ¿Por qué no? Al final queremos que todos tomemos más vino de la manera que sea. El consumidor cambió. Hoy hay hamburguesas de lentejas. Hace diez años no te las podías imaginar… Las parras, las uvas, son las mismas, se trata de darle una nueva salida a esa uva».

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