Gaditano de adopción

Tribuna

No hay mejor embajador de España en Estados Unidos. Tenaz, trabajador incansable, este asturiano ha montado allí un gran imperio culinario. Llegó hace tres décadas, con 21 años, tras una etapa en El Bulli junto a Ferran Adriá.

 

Su primer restaurante fue Jaleo, en Washington, especializado en tapas españolas y embrión de un grupo que cuenta con más de dos mil empleados y una veintena larga de establecimientos en todo el país. Detrás hay un trabajo inagotable para poner en valor nuestra cocina y situar los productos españoles en aquel mercado.

 

Pero José Andrés no es sólo cocinero y empresario de éxito. Aprovecha su popularidad para implicarse a fondo en causas sociales. Firme defensor de los emigrantes, impulsor de comedores sociales, se presenta voluntario para dar de comer a los damnificados por cualquier catástrofe a través de su organización World Central Kitchen, presente también en zonas de guerra como Ucrania o Gaza.

 

Soy testigo de su popularidad en Estados Unidos, donde ha recibido los más prestigiosos galardones, incluida la elección por la revista Time entre los cien personajes más influyentes en el mundo. Pasear con él por las calles de Washington resulta tarea complicada. La gente le reconoce, le saluda, le pide fotografiarse con él. Es mucho más que un cocinero.

 

Y ahora también “Gaditano de adopción”. Un premio que concede La Voz de Cádiz y ABC a personajes destacados que han demostrado su amor por esa provincia. Algo que él ha hecho con creces. No sólo porque su mujer, Patricia, es una encantadora algecireña que no ha perdido su acento andaluz.

 

Ni porque allí hizo la mili. Todos los veranos el matrimonio y sus tres hijas pasan una temporada en su casa de Zahara de los Atunes. En el restaurante Cinco Oros de esa localidad se celebró la entrega con presencia de muchos amigos del cocinero, entre ellos pescadores locales con los que mantiene una estrecha relación y hosteleros como Antonio Mota, propietario del mejor restaurante de Zahara, Antonio, en el que es casi imposible encontrar mesa durante estos meses.

 

“La de langostinos de Sanlúcar que me he tenido que comer para merecer esto” dijo Andrés, al que su faceta de empresario no le ha hecho olvidar la de cocinero. Lo demostró con el magnífico arroz “de kilo” (un kilo de gambas, un kilo de rape, un kilo de almejas…) que nos preparó luego en su casa a un pequeño grupo de amigos.

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