¿Ha probado alguna vez las ancas de rana? Como ocurre con algunos otros animales, como la lamprea o la becada, los muslitos de ese batracio dividen a la gente entre partidarios incondicionales y enemigos acérrimos. Hay quien dice que los primeros son quienes las han probado alguna vez, y los segundos, los que, con las lógicas excepciones, nunca lo han hecho. No hablamos de comerse la rana entera, que sin duda no es nada apetitoso. Simplemente esas ancas que, una vez pasadas por la cocina, se parecen a las de cualquier ave de pequeño tamaño. Incluso su sabor es bastante parecido. Personalmente las considero un bocado delicioso. En algunas zonas de España han formado parte de la dieta desde tiempos remotos. Principalmente en León, con la comarca de La Bañeza como referencia, y en Zamora. Eran también alimento habitual durante la Cuaresma ya que se consideraban pescado y no carne. Esas ranas se pescaban en las charcas, en una actividad controlada de la que durante siglos vivieron muchas familias, los raneros, hasta que en 2018 la Junta de Castilla y León prohibió definitivamente las capturas, cediendo a las presiones de los animalistas. Ahora tenemos que conformarnos con las de